El lavadero de lana del Jiloca sale de la Lista Roja del Patrimonio

En la lista en octubre de 2012 porque mostraba un deterioro progresivo, peligro de hundimientos, expolio, pérdida de dibujos y grafitis. 

Lavadero de lana del Jiloca.
Lavadero de lana del Jiloca.
Hispania Nostra

Las obras de recuperación del lavadero de lana del Jiloca, ubicado en la localidad turolense de Calamocha, han supuesto que este monumento del siglo XVII salga de la Lista Roja del Patrimonio que elabora Hispania Nostra y pasen a la Lista Verde.

Esta construcción entró en la Lista Roja del Patrimonio en octubre de 2012 porque mostraba un deterioro progresivo, peligro de hundimientos, expolio, pérdida de dibujos y grafitis.

Ocho años después, y gracias a la labor conjunta de la Fundación San Roque y el Ayuntamiento de Calamocha, se han llevado a cabo las obras de recuperación del lavadero de lana del Jiloca, que en la actualidad, puede ser visitado.

Entre las actuaciones que se ha realizado destacan las siguientes: se ha procedido a limpiar el solar, consolidar los restos deteriorados y realizar una cubrición de la parte hidráulica del patio de lavado.

Esta cubrición mediante un tejado respeta el aspecto original del edificio, que también estaba cubierto, y permite mejorar la conservación de las pilas y losas de sillería. Además, el próximo año se va a restaurar la canalización del agua y la noria.

Este lavadero de lana es uno de los pocos que quedan en Aragón. Fue construido por Juan Colás y Antonio de Alfaro en el año 1646 por encargo del Concejo y utilizado para depurar las lanas que, procedentes de las sierras de Albarracín y del Jiloca, se comercializaban hacia el norte.

En el primer tercio del siglo XVIII, se amplió instalando una gran noria para elevar las aguas del río Jiloca. Ha estado en funcionamiento hasta finales del siglo XIX. Se encuentra cerca del puente romano de Calamocha, declarado Bien de Interés Cultural, y junto al río Jiloca.

El valle del Jiloca fue un importante centro del comercio lanero en la zona. En estas instalaciones se limpiaba la lana de impurezas, después del esquileo, por el sistema de escaldado para el que se utilizaban grandes pozas de sillería. Luego se aclaraba en un canal de lavado y se dejaba escurrir y secar al sol.

Este proceso permitía reducir el volumen de la lana y así poderla enviar con más facilidad al resto de España y Europa. Acogían en un patio central todas las tareas relacionadas con la limpieza del producto -calderas, tinas, escurrideros-.

De este patrimonio industrial apenas se conserva el patio de lavado, con cinco pilas de piedra, los muros que servían de soporte a una noria que abastecía de agua a la caldera, y las ruinas de las viviendas que cobijaban a los mercaderes. Además, en el interior del conjunto existía una ermita.

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