patrimonio

Las antiguas fábricas de papel del alto Matarraña, un filón turístico

La industria papelera que floreció en Beceite y Valderrobres en los siglos XVIII y XIX dejó tras de sí grandes edificios que en varios casos han sido reconvertidos en hoteles.

La antigua fábrica de papel Gaudó de Valderrobres se reconvertirá en hotel.
La antigua fábrica de papel Gaudó de Valderrobres se reconvertirá en hotel.
Heraldo.es

Las localidades de Beceite y Valderrobres vivieron entre finales del siglo XVIII y mediados del siglo XIX un precoz florecimiento industrial con la proliferación de fábricas de papel de alta calidad que, sin embargo, se extinguió por completo a mediados del siglo XX y que ha dejado como principal vestigio una serie de imponentes caserones junto al cauce del río Matarraña y su afluente el Pena. Parte de las antiguas industrias se han reconvertido para el uso turístico o están en proceso de hacerlo, pero la mayoría están en ruinas.

La reciente denuncia de Hispania Nostra sobre el estado ruinoso de uno de aquellos edificios fabriles, la Fábrica Bonica de Valderrobres, que ha incorporado a la Lista Roja de monumentos amenazados, y la revisión de la datación del Álbum C, el más extenso de los realizados por Goya, a partir de la marca de agua de otra antigua fábrica de Valderrobres, la de Gaudó, han puesto de actualidad el potente foco industrial que existió en el alto Matarraña hace dos siglos y que desapareció al no poder afrontar la renovación tecnológica que requería la producción papelera.

La historiadora del arte Ana Ballestero, que ultima su tesis doctoral en la Universidad de Zaragoza sobre los molinos papeleros de Beceite y Valderrobres, explica que la presencia de nueve fábricas de papel en la primera de estas localidades y cuatro en la segunda constituyó "el único ejemplo aragonés de una industrialización basada en la producción papelera". Ballestero señala que a mediados del siglo XIX, con las fábricas a pleno rendimiento, llegaron a ocupar a unas 300 personas. Además, generaron "una burguesía muy potente" en la zona. Su mercancía compitió con éxito con la producción catalana y las fábricas fueron adaptando sus productos a las necesidades mercado. Pasaron de fabricar papel a cartulinas, fajas y, finalmente, cuero artificial.

Uno de aquellos industriales, Antonio Morató, obtuvo una cartulina opaca que fue muy apreciada por los fabricantes de naipes. Ballestero califica aquella innovación como la "receta mágica" que permitió tener como cliente al famoso fabricante de cartas Heraclio Fournier, pero también a otros compradores de Alemania, Francia, Holanda y Sudamérica. Los distintos usos de sus cartulinas incluyeron la producción del vermú Cinzano o de la cerveza El Águila. El papel de Morató se utilizó en la primera edición de la serie de grabados ‘La Tauromaquia’ de Goya. Las novedades tecnológicas desarrolladas en Beceite se exportaron a fábricas de Villanueva de Gállego (Zaragoza) y Villarluengo.

Ana Ballestero ha utilizado como principal fuente documental el Archivo de Protocolos Notariales de Zaragoza, por donde pasaban todos los contratos que los fabricantes de papel firmaban con el Arzobispado de Zaragoza para el aprovechamiento de los caudales del Matarraña y sus afluentes al ser la archidiócesis zaragozana titular de estos derechos. La primera referencia a este foco industrial se remonta a 1754 y corresponde a la fábrica de papel de Solfa, reconvertida actualmente en un hotel que explota el crecimiento turístico de la comarca.

De fábricas de papel a granjas de pollos

Uno de sus propietarios, Javier Moragrega, explica que la fábrica de Solfa le abrió la oportunidad para adentrarse en el negocio hotelero. El edificio estaba "en ruinas". Tras el cierre como industria papelera, se acondicionó como granja de pollos, al igual que ocurrió con la mayoría de estos inmuebles industriales, y luego quedó abandonado. Invirtió con su hermano Alberto 450.000 euros en abrir el establecimiento que inauguraron en 2009. No se arrepiente de su decisión porque el antiguo molino papelero "era un gran edificio industrial con una ubicación perfecta junto al río Matarraña y eso abría muchas posibilidades".

La misma senda siguieron otras dos fábricas de papel de Beceite, otra se reconvirtió en apartamentos, otra se utiliza ocasionalmente como cafetería y una cuarta, la de Noguera, la última que cerró sus puertas, en los años setenta del siglo XX, se acondicionó como centro cultural por la malograda pintora Gema Noguera.

Ilustración utilizada con fines publicitarios por la marca 'Gaudo e Hijo', cuyo papel utilizó Francisco de Goya para confeccionar su Álbum C entre 1814 y 1823.
Ilustración utilizada con fines publicitarios por la marca 'Gaudo e Hijo', cuyo papel utilizó Francisco de Goya para confeccionar su Álbum C entre 1814 y 1823.
Luis Latorre

La fábrica Gaudó, que fabricó el papel con el que Goya compuso su Álbum C entre 1814 y 1823, también seguirá la senda turística. Un promotor, Jordi Boronat, proyecta una inversión que rondará los dos millones de euros para acondicionar un hotel de cuatro estrellas con 15 habitaciones, una de ellas una suite de 80 metros cuadrados. De momento, se conforma con hacer trabajos preparatorios a la espera del visto bueno del Inaga para abordar la adecuación del edificio, que se levanta al pie del cauce del río Matarraña.

Debido al mal estado de conservación y a las grandes dimensiones del inmueble –de 4.000 metros cuadrados–, la rehabilitación de La fábrica de Gaudó, de finales del siglo XVIII, se prolongará durante un año y medio. El objetivo es hacer realidad un "proyecto ilusionante" que se basa en la sostenibilidad y el contacto con la naturaleza. Las restantes industrias papeleras de Valderrobres –la Bonica, la Fabriqueta y la de Fort– están en ruinas.

Para la investigadora Ana Ballestero, el aprovechamiento turístico es una "salida genial" para los caserones que quedan como testigos del precoz foco industrial del alto Matarraña. Apunta que, además de la oferta hotelera, sería interesante abrir un museo de la industria papelera que muestre el pasado industrial de la zona e incluso apunta a una fábrica, la del Batán en Beceite, como la ideal para este fin.

La fábrica Bonica de Valderrobres, con las fachadas cubiertas de exóticas pinturas murales, es, según Ballestero, un caso "único en España" de arquitectura industrial embellecida, pero su difícil acceso a través del río Pena complica el aprovechamiento cultural o turístico. Solo conserva ya las fachadas y corren peligro de desaparecer en breve, como advierte Hispania Nostra.

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