patrimonio

Las minas abandonadas de Teruel, testimonio del esplendor pasado

El Centro de Estudios Espeleológicos publica un libro sobre 30 pozos cerrados que evidencia la variedad y potencial mineros de la provincia.

Mina de azufre de Libros, una de las más extensas de la provincia con 5 kilómetros de galerías

El reciente cierre de la central de Andorra supone el carpetazo definitivo a la extracción del carbón, que ha sido el buque insignia de la minería de la provincia y también el único mineral transformado en territorio turolense. Pero la riqueza minera provincial es más variada y se traduce en cientos de explotaciones abandonadas, de las que 30, una "muestra" representativa de las distintas comarcas y minerales, está recogida en el libro ‘Minas de Teruel. Vestigios de un pasado’, que en pocas semanas sacará a la calle el Centro de Estudios Epeleológicos Turolenses (CEET), adscrito al Instituto de Estudios Turolenses.

Por sus páginas desfilan las fotos y las características técnicas de algunas explotaciones carboníferas, pero también las dedicadas a obtener otros recursos más exóticos, como el cinabrio extraído en la mina Santiago de Albarracín –los 100 kilos de este mineral extraídos en este pozo son considerados un auténtico hito–, el antimonio de Nueva Virginia de Lanzuela o el manganeso del Cerro de Íñigo de Camañas.

Los investigadores del CEET han llevado a cabo durante los últimos seis años un trabajo de investigación y topografiado de 27 minas, tres caños de agua y un polvorín –en el barranco Malo de Montalbán, destinado a guardar explosivos para la minería del carbón–. Han seguido un riguroso protocolo de seguridad. Un primer equipo de trabajo, denominado de exploración, iniciaba la prospección equipado con un detector de gases potencialmente peligrosos y, tras ellos, seguía un segundo grupo de estudio para topografiar las galerías.

El vicepresidente del CEET, Juan Carlos Gordillo, aclara que con su catálogo de minas no pretenden que el público se lance a curiosear en el interior de las antiguas explotaciones, una práctica que entraña "riesgos" de caídas, derrumbamientos e intoxicación. "La prospección de minas no se debe tomar a la ligera", advierte Gordillo. Recuerda que en una mina de Libros, la más extensa del inventario provincial en competencia con las carboníferas, tuvieron que abandonar la investigación al detectar falta de oxigeno. Tras recorrer cinco kilómetros de túneles, se vieron obligados a suspender el topografiado. El medidor de gases evalúa, además del contenido de oxígeno, los niveles de metano, monóxido de carbono y ácido sufhídrico.

Invesgar 14 kilómetros de galerías

Entre las explotaciones más singulares recogidas en el catálogo, destaca, precisamente, la mina Libros 2, que con cinco kilómetros de galerías es la más extensa de todo el catálogo. Dedicada a la extracción de azufre, acapara un tercio de los 14 kilómetros de túneles prospectados por el CEET para confeccionar el libro. Otra explotación excepcional es la mina Nueva Virginia de Lanzuela, con un pozo vertical de 30 metros que da acceso a las galerías horizontales, todas ellas inundadas actualmente. Producía minerales poco frecuentes, como el antimonio y la semsyita. También es especial la mina de manganeso del Cerro de Íñigo en Camañas, que dejó 19 bocas abiertas al quedar abandonada a mediados del siglo XX.

Todas las perforaciones catalogadas llevan más de medio siglo cerradas. Producían 13 minerales distintos, además de piedra de yeso. En tres casos se trata de caños que marcan el nacimiento de ríos en Camarillas, Cuevas de Almudén y Muniesa -este último de dos kilómetros-. El espeleólogo Juan Carlos Gordillo señala que la palabra "mina" sirve también para denominar los túneles para alumbrar agua de manantiales. El carbón está también representado con la mina Concha de Motalbán, en el corazón de la cuenca minera central.

Gordillo indica que la geología provincial ha repartido los yacimientos de distintos minerales por toda la provincia y consiguientemente las minas. En el Jiloca hay importantes recursos de hierro, en las Cuencas Mineras y Andorra-Sierra de Arcos de carbón, en Gúdar-Javalambre el plomo y el cincLinares de Mora cuenta con tres explotaciones de estos minerales– y en la Sierra de Albarracín cobre y plata. Libros, uno de los pueblos más representados en el libro con tres explotaciones, puede presumir de la mayor mina de azufre del país y de haber alumbrado las excepcionales ranas fosilizadas que se exhiben en Dinópolis, entre otros muchos museos paleontológicos.

La mina La Concha, una explotación de carbón abandonada en Montalbán.
La mina La Concha, una explotación de carbón abandonada en Montalbán.
Ceetfarallón

En el valle del Alfambra, las principales cavidades excavadas por el hombre se dedicaban a obtener materias primas para fabricar yeso. Villalba Alta tiene catalogadas en el libro cuatro minas de las que se obtenía la materia prima para el yeso, algunas de ellas ocupadas actualmente por colonias de murciélagos.

Juan Carlos Gordillo señala que, aunque el ingente volumen de las reservas de carbón de Teruel es "conocido en todo el mundo" y de que este mineral es el único que se ha procesado en la provincia con las centrales térmicas de Aliaga, Escucha y Andorra –las tres cerradas–, los recursos mineros, muy diversos, se reparten por todas las comarcas, al igual que los vestigios de su extracción.

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