Teruel

Boda con mascarillas y guantes en Monreal del Campo

Naiara Ruiz y Javier Giménez, dos jóvenes turolenses, se casan este sábado sin invitados, sin convite y sin viaje de luna de miel

Teruel
Naiara y Javier, en San Sebastián, en la boda de unos familiares el pasado septiembre.
Heraldo

Cuando el mundo parece derrumbarse, hay gente que todavía persigue sus sueños. Javier Giménez y Naiara Ruiz, dos jóvenes turolenses, han decidido casarse este sábado en el Ayuntamiento de Monreal del Campo pese a la pandemia por el coronavirus que azota al planeta y a las múltiples limitaciones que impone esta crisis sanitaria. 

Ellos solo querían casarse en el pueblo del que desciende el novio, pero, como si de un gran desafío a la adversidad se tratara, han ido a elegir para su enlace el municipio que fue zona cero de la covid-19 en la provincia de Teruel.

Su boda será muy distinta a la que imaginaron en 2018, cuando, tras llevar juntos doce años, decidieron legalizar su relación con un enlace civil al que seguiría una fiesta con casi 300 personas. Ahora, el distanciamiento social que ha impuesto el coronavirus les ha dejado sin invitados. Los novios solo podrán estar acompañados por la madre del contrayente y madrina y por una amiga de la prometida que ejercerá como testigo. El enlace será oficiado por Aurora Vicente, concejala del Ayuntamiento de Monreal del Campo y tía de Javier. 

Los familiares más allegados intentarán seguir la ceremonia a través de la pantalla de un teléfono móvil, por videollamada. Los amigos tendrán que conformarse con las imágenes que les envíen los novios una vez acabe el acto.

Para evitar contagios, todos los asistentes, incluidos los novios, llevarán mascarilla y guantes. La de Naiara irá a juego con su vestido nupcial, que es rojo y blanco y con forma asimétrica. Su modista se encargó de confeccionar este elemento protector para la ocasión, demostrando que la seguridad sanitaria no está reñida con una boda.

Tras la ceremonia, "cada cual a su casa", explica con cierta tristeza Naiara. No habrá siquiera un  brindis con la madrina y la testigo. El banquete de bodas y la fiesta se han pospuesto para el año que viene, lo mismo que el viaje de luna de miel, "cuando todo esto del coronavirus haya pasado", dice la novia.

El del sábado es su tercer intento de casamiento, por eso han decidido llevarlo a cabo, "pase lo que pase, contra viento y marea". En 2018 ya pusieron fecha a su boda, pero desistieron al tener que invertir sus ahorros en un nuevo coche tras romperse el que tenían, imprescindible para desarrollar sus trabajos. El año pasado volvieron a soñar con su boda, pero Naiara enfermó y no pudo ser. Ya recuperada, fijaron el enlace para 2020, pero de nuevo, todo se puso muy difícil.

"Me eché a reír cuando me dí cuenta de que otra vez se iba todo al garete, esta vez por una pandemia histórica", recuerda Javier en tono positivo. "Así que decidimos seguir adelante con nuestro plan, costase lo que costase", prosigue. El novio explica que sus amigos y familiaries entienden la situación. "Hay algunos que ríen conmigo, aunque otros lloran", explica. Un sentimiento impulsa a Javier y Naiara por encima de todo: el amor. "Ya es hora de que estemos juntos, nos da igual todo, con tal de casarnos", dicen como si fueran una sola voz.

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