pandemia

Cretas celebra un festival jotero diario desde los balcones para sobrellevar el coronavirus

Cada día, a las 20.00, los cantadores salen a las terrazas para ofrecer un recital y el público agradece el espectáculo con aplausos y caceroladas.

Ramón Omella, en la terraza desde la que canta, cada día, sus jotas.
Ramón Omella, en la terraza desde la que canta, cada día, sus jotas.
M. CH.

"Gracias a los sanitarios/ con su gran colaboración/ esforzados al trabajo/ que hoy tenemos en la nación". La jota que interpreta Ramón Omella desde la terraza de su casa en Cretas es respondida con un entusiasta "¡bravo, bravo!" desde los balcones cercanos. Otros vecinos agradecen la canción con aplausos y batir de cacerolas. 

La escena se repite desde hace cinco días en la localidad del Matarraña. La iniciativa, bautizada como Festival Jota Balcón, anima las tardes a partir de las 20.00 y rompe el aislamiento impuesto por el coronavirus. Los vecinos se ven, se saludan –a distancia– y disfrutan del folklore.

El alcalde, Fernando Camps, explica que el singular festival jotero nació de forma espontánea y por iniciativa de los propios vecinos. Como en tantos otros lugares del país, salían a los balcones para aplaudir a los profesionales que luchan contra el Covid-19 y a alguien se le ocurrió pedir a un conocido jotero local que aprovechara para cantar una de sus canciones. La iniciativa cuajó y las jotas se escuchan ya a diario por todo el pueblo durante unos 20 minutos. Luego, las divulgan por las redes sociales. "Cada día cuelgan alguna nueva", comenta Camps.

Media docena de joteros son fijos cada noche cantando sus coplas a pleno pulmón desde las terrazas. Las hay tradicionales y también compuestas expresamente y dedicadas a la situación que atraviesa el país, como la que agradece a los sanitarios "su gran colaboración". 

Luis Jasanada, con su 'guitarró', ofrece sus jotas al público desde la terraza de casa.
Luis Jasanada, con su 'guitarró', ofrece sus jotas al público desde la terraza de casa.
M. CH.

La concejala de cultura, Mireia Churio, explica que a los intérpretes habituales se suma cada noche algún jotero más esporádico. Churio señala que el concierto diario sirve para animar la tarde, "relacionarse" con el vecindario "que está metido en casa" por el estado de alarma, "pasar un buen rato" escuchando canciones y estar pendiente de la salud de todos. Cuenta que, para sus tres hijas, es uno de los momentos más esperados de la jornada. "Están ilusionadas con que llegue la hora de salir a la ventana para escuchar las jotas", cuenta.

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