Bodas de isabel de segura

Recreacionistas también entre pucheros

Las jaimas procuran cocinar productos propios de la época medieval aunque sin fundamentalismos, pero son más exigentes al usar un menaje que no desentone.

Una joven da vueltas al puchero en una de las jaimas en la fiesta medieval de Teruel.
Una joven da vueltas al puchero en una de las jaimas en la fiesta medieval de Teruel.
Javier Escriche

Las comidas propias del siglo XIII –o al menos elaboradas con los ingredientes de la época– también se recrean durante Las Bodas de Isabel, que tienen un olor característico y omnipresente a humo y carne a la brasa. Las calles y plazas de Teruel se convierten en un extenso merendero salpicado de hogares portátiles de metal asentados sobre una alfombra de arena para absorber la grasa que pueda desprenderse.

La organización vela por que el pavimento urbano no sufra con la proliferación de hogueras que se mantienen encendidas desde primera hora de la mañana hasta el anochecer. Los 150 grupos recreacionistas encienden fuegos para preparar el desayuno y siguen con el vermú, el almuerzo y la merienda. La comida –que no desentone con la época, si es posible– se ha convertido en un ingrediente básico de estas fiestas.

La variedad de platos gira en torno a la carne asada, aunque también se aprovecha para preparar guisos a fuego lento, como cocidos, gachas, patatas con costillas o judías con morro, todo con mucho fundamento y con el cerdo y el cordero como protagonistas. También se ven muchas sartenes con migas, un plato típico de las tierras altas de la provincia.

El parque de La Glorieta es un hervidero –textualmente– de ollas y pucheros cada día al mediodía. Rosa María Sebastián, de los Horneros y Panaderos, prepara las migas que comerán como primer plato, seguidas de chuletas a la brasa. Otros días el menú ha incluido alubias o careta de cerdo a la parrilla. La hoguera "no se apaga durante todo el día!, explica, y hay que darle alguna utilidad.

Los cocineros procuran utilizar ingredientes que no chirríen demasiado en un contexto medieval, pero no son "tan puristas" como para despreciar las patatas o lo fideos, explica Emilio Viso, presidente de los Cambistas del Vellón y tesorero de la Federación de Asociaciones de Las Bodas de Isabel –que aglutina a todos los grupos recreacionistas–.

También el menaje se integra en la recreación. El plástico está prohibido o se reserva para los espacios menos visibles. Los vasos son de cartón, los platos de bambú y las botellas de cristal se visten de aspillera. La Federación compra 100.000 vasos de cartón para repartir 500 por cada jaima. La medida aúna la búsqueda de la sostenibilidad y mejorar la imagen de la fiesta.

Viso explica que la preparación de la comida se convierte en un elemento más de la recreación medieval. Los Cambistas elaboran desde hace dos décadas un "cordero asado al humo" a la vista del público. Explica que se trata de un procedimiento importado de Argentina –pasa por encima del anacronismo– en el que la carne de la res, que se asa de una pieza, no entra en contacto con las llamas ni las brasas. Reciben visitas de curiosos interesados en esta forma "extraña" de asar. El gran protagonista de las parrilladas es el cerdo, tanto en chuletas como en embutidos, pero como a los Cambistas del siglo XIII, de religión musulmana, no les hacía mucha gracia este animal sus emuladores del siglo XXI recurren al ovino como referente culinario.

La fidelidad histórica de la dieta recreacionista es relativa. El Prostíbulo prepara patatas –que no llegaron a Europa hasta el siglo XVI– con costilla de cerdo, pero, eso sí, cuida la ambientación del menaje. Para beber, los socios utilizan tazas de cerámica elaboradas para la ocasión.

En Los Caballeros del Dragón hay varios fogones encendidos. Cada grupo de amigos asociado se prepara su propia comida en una hoguera. Se escucha el crepitar del aceite en la sartén donde se fríen las costillas de cerdo para la paella. Un socio indica que las comidas del fin de semana se basan "en la carne". Reconoce que es una dieta muy improbable para una época de estrecheces y hambrunas como el siglo XIII.

María Domingo, presidenta de la Parroquia de San Juan, ultima los preparativos del almuerzo. El cocido es el plato principal, seguido de tajadas de cerdo y pasteles de queso como postre. Procura que la preparación de los platos y su presentación "no desentone" en el contexto de una fiesta medieval. Hay que reponer fuerzas porque 22 adultos y 12 niños pasan en el pabellón de la Glorieta todo el día. "Solo nos marchamos de aquí para dormir", aclara.

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