AGRICULTURA

La siembra de cereal de secano en la provincia de Teruel cae un 25% en solo 5 años

Los sindicatos agrarios apuntan a los bajos precios, la dureza del clima y la falta de subvenciones como causas del marcado descenso de la extensión de estos cultivos.

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Una cosechadora, en un campo de cereal de Teruel.
Toni García / Heraldo

En solo cinco años, la extensión de siembra de cereal de secano en la provincia de Teruel se ha reducido en un 25%. Los bajos precios de la cosecha en el mercado, la dureza del clima de Teruel -con pocas lluvias y mucho frío- y las escasas ayudas procedentes de la PAC (Política Agraria Comunitaria) -los agricultores turolenses reciben de media menos dinero que los de Zaragoza y Huesca- estarían en el origen del descenso que está experimentando este cultivo.

Así lo afirma el secretario del sindicato agrario Asaja-Aragón, José Manuel Cebollada, quien ha criticado esta semana que la tonelada de trigo se paga a unos 180 euros y la de cebada a 170. «Son precios de 1982, así no puede salir adelante un agricultor», advirtió el dirigente sindical. La baja rentabilidad del cereal de secano está haciendo, según Cebollada, que muchos profesionales del sector agrario «miren a otros cultivos, como el pistacho o las plantas aromáticas» para poder obtener unos beneficios dignos.

Al parecer, la medida que están adoptando muchos agricultores es dejar en barbecho más superficie de tierra que antes, ya que la inversión que se necesita cada año para que la siembra llegue a buen término «es muy elevada», dice José Manuel Cebollada.

«El combustible es caro y la maquinaria también y, a cambio, sembrar es una lotería, porque depende de la lluvia y de muchas circunstancias» lamenta el secretario de Asaja-Aragón. Según explica, los agricultores deben intentar conseguir ahora más de 3.000 kilos de cereal por hectárea -antes era suficiente con 2.000- si quieren obtener algún beneficio. A su juicio, «o cambian las cosas, o el campo tradicional turolense va para yermo».

Guillermo Pastor, un joven agricultor que cuenta con 300 hectáreas dedicadas al cultivo de cereal de secano en la pedanía turolense de San Blas, señala que en los últimos años ha dejado de sembrar un tercio de la superficie «por lo poco que se gana». «Dejo cada año más extensión en barbecho, porque las cuentas no salen», afirma.

Añade que decidió combinar la agricultura con la ganadería ovina para poder hacer más rentable su explotación. Le gustaría que su hijo -ahora de 10 meses de edad- siguiera en el mundo de la agricultura en un futuro. «Pero siempre que exista más apoyo de la Administración, porque así, como está ahora, es imposible sacar adelante una familia», subraya.

Marcos Garcés, agricultor y responsable del sindicato UAGA en la zona del Jiloca, considera injusto «que los precios de la maquinaria agrícola y el combustible sean actuales, mientras que los del cereal de secano sean de hace un cuarto de siglo». Confiesa que, en su caso, tiene que cultivar el doble de las hectáreas que roturaba su padre para poder tener unos beneficios al final del año. Garcés reclama que las ayudas de la PAC sean individualizadas y compensen la renta de cada agricultor.

El secretario de Asaja en Aragón, José Manuel Cebollada, carga contra los políticos a la hora de denunciar las menores ayudas que llegan a la provincia desde la Unión Europea. «En Teruel somos pocos votos, por eso nadie nos hace caso», afirma. Y advierte de que en la provincia «se están dando todos los elementos para que se forme la tormenta perfecta y la agricultura camine hacia su desaparición».

La baja rentabilidad del trigo y la cebada de secano preocupa mucho en una provincia esencialmente cerealista, pues un 80% de la superficie de cultivo del territorio se destina a esta producción. «Se pierde la agricultura, esencial para frenar la despoblación, y nadie hace nada», resaltó Cebollada.

El líder de Asaja destacó que la «falta de interés de los políticos» en el sector agropecuario está teniendo como consecuencia «la pérdida del gran potencial que tiene la provincia en el mundo de la agroalimentación». Cebollada criticó también la «excesiva burocracia» que debe asumir el agricultor para poner en marcha su explotación. «Medio año lo dedicamos al papeleo, cuando solo deberían darnos facilidades; necesitamos ayuda y alguien tiene que verlo», dijo.

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