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Aforo completo en la tradicional Merienda

Los cuatro toros que hoy correrán ensogados por las calles del Centro Histórico se exhibieron ayer en una plaza llena de peñistas disfrazados y de charangas.

Una plaza de toros a rebosar de peñistas y jóvenes disfrazados, durante la tradicional merienda del domingo de La Vaquilla.
Una plaza de toros a rebosar de peñistas y jóvenes disfrazados, durante la tradicional merienda del domingo de La Vaquilla.
Raquel Sánchez

Una plaza con el aforo completo, el cielo gris amenazando con mojar a todos los presentes disfrazados con los atuendos mas originales y unos toros que dieron muchas vueltas al ruedo. Así vivieron ayer los peñistas turolenses la tradicional Merienda del domingo.

Dos carteles anunciaban en las taquillas que se habían venido todas las entradas. Este año, solamente entraron ocho peñas a la merienda: El Campanico, La Encerrona, El Despadre, El Puchero, El Disfrute, Los Sordos, El Chasco y la que nunca falla, El Agüelo. Aún así, el aforo se completó con jóvenes, y no tan jóvenes, que querían disfrutar de una de las tradiciones de la Vaquilla, aún sin ser peñista.

El olor a lluvia, las nubes y la intranquilidad que causaba el poder mojarse, no fueron motivos suficientes para perderse la exhibición de los cuatro toros, que durante esta madrugada y esta tarde recorrerán las calles del Centro Histórico atados con una soga.

El público de las gradas, a ritmo de charanga, observó la bravura y agilidad de los bovinos, mientras se comían el tradicional regañao, una torta con forma de pizza cubierta con jamón y pimientos o arenques.

El primer toro de la tarde en exhibirse, de la ganadería de Teodoro Adell de Castellote (Teruel), fue uno de los más ágiles y despertó entusiasmo entre el público. El segundo fue un jabonero de 580 kilogramos de peso. Este más que entusiasmar, desesperó al público, ya que tardaron más de media hora en introducirlo de nuevo en corrales y que abandonara la plaza.

El público, para entretenerse mientras los mansos, toreros y ganaderos intentaban sin éxito sacar al bovino del ruedo, comenzó una ola humana al rededor de las gradas muy bien coordinada. Al final, los de la ganadería de Teodoro Adell consiguieron que entrara en el corral, pero no se fue sin dejar su marca personal en la plaza, levantando una de las barreras con los cuernos.

"El segundo es el toro que más se ha plantado y el más grande. Habrá que darle más margen y espacio con la soga. Debemos anticiparnos a él porque en cuanto a fuerza nos va a ganar", explicó Carlos Méndez, concejal de Cultura y miembro de la Soga y Baga, los encargados de ponerle la cuerda a los toros en el día de hoy y recorrer las calles turolenses.

La tradicional exhibición de las reses terminó con un tercer y cuarto toros muy igualados en fuerza y agilidad. Desde la Soga y Baga de Teruel han pedido prudencia a los corredores de hoy, ya que los toros de este año tienen mucha cornamenta y fuerza. Han hecho también un llamamiento para respetar las distancias de seguridad y la importancia de correr el toro siempre hacia adelante, nunca hacia los lados o hacia la cuerda.

Una vez los cuatro astados abandonaron el coso, una pasarela de disfraces invadió la arena. La imaginación de los jóvenes turolenses no tiene límites y quedó bien claro ayer. La plaza se llenó de sombrillas de playa con ‘guiris’ muy bien caracterizados, egipcios adorando al Dios Ra e, incluso, ‘Buzz Lightyear’ venidos desde el infinito y más allá.

La señal para que los peñistas disfrazados abandonaran el ruedo fue una sirena anunciando la suelta de vaquillas y unas gotas de lluvia que comenzaron a caer. Una vez que la gente volvió a las gradas, las vaquillas enfundadas de la ganadería Arriaz, de Ablitas (Navarra) salieron una a una al centro de la plaza.

Estas vacas rompieron la tranquilidad de los presentes, ya que parecían salidas del famoso programa de televisión ‘Grand Prix’ por los saltos al anillo que dieron. La primera vaquilla amenazó dos veces con saltar fuera del coso y al final lo consiguió. Con suerte, no hubo ningún herido, solo algunas contusiones producidas por el repentino sobresalto.

"Cuando no nos habíamos repuesto del primer susto, la segunda vaquilla en salir de la tarde saltó nada más pisar el ruedo", explicó Cristina Sánchez, una joven turolense. Aún así, fueron muchos los valientes que se atrevieron a bajar a la arena para practicar como auténticos recortadores ante la mirada de Teruel.

Las charangas tuvieron, como cada año, un papel muy importante y amenizaron una merienda en la que los toros acaparan todo el protagonismo. El repertorio de los músicos no terminaba nunca, tocaron desde clásicos de verbena hasta grandes éxitos actuales adaptados a sus instrumentos.

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