Semana santa de híjar

La noche de los 500 años

Híjar conmemora el quinto centenario de la llegada de los franciscanos, a quienes Luis Fernández (cuarto duque de la Villa) encargó la misión de convertir la Semana Santa al rito católico.

La noche de los 500 años’ podría titularse el relato sobre los orígenes de la Semana Santa de Híjar que, desgraciadamente, no se conserva. Las malditas guerras arrasaron con los documentos históricos de un legado cultural que se resume a pedazos, y las obras del fallecido Mariano Laborda, fundador de la Ruta del Tambor y del Bombo, son el principal sustento manuscrito del quinto centenario que en este 2019 se conmemora.

Según Laborda, aunque antes de 1519 ya se tenía constancia de que era costumbre reunirse en puntos clave de la Villa para hacer ruido en protesta por la muerte de Cristo, fue en esa fecha cuando Luis Fernández y Ramírez de Arellano, cuarto duque de Híjar, encargó a la orden franciscana la tarea de organizar la Semana Santa según el rito católico. Y de esta forma, “los calderos y utensilios de cocina fueron sustituidos por ordenados tambores que vestían sayal negro”.

Los libros ‘Memorias de Híjar’ y ‘Recuerdos de Híjar 2’ sintetizan esos acontecimientos y los que se sucedieron a posteriori, siempre con el sello franciscano presente. Mención especial merece el momento en que Diego de Cádiz, allá por el siglo XVIII, enseñó a los Rosarieros los cantos que aún perduran; la fundación del Cuadro Artístico en 1939 o el nacimiento del concurso de tambores más antiguo de España en 1965. También la particular forma en que esta localidad se ha diferenciado del resto al poner en práctica ciertos rituales.

Para comprobarlo, nada mejor que recurrir a una visión foránea como la de Lourdes Segura, quien a finales de los 80 publicó ‘Semana Santa en el Bajo Aragón’, una breve tesis incluida en las ‘Cartillas turolenses’ que, entre otras muchas cosas, analiza el soporte social de la tradición percusionista. “Excepto en Híjar, las demás comunidades aceptan que la mujer toque. Aquí se dice que de las túnicas se ocupan ellas y de los tambores, ellos. Se entiende que la participación femenina haría perder sentido religioso”, reza una declaración de la autora que, afortunadamente, pasó a la historia pocos años después.

Sí se mantienen otras reglas igualmente remotas pero más atrayentes, como el hecho de vestir de negro 'luto' o que la soledad resulte inconcebible. “La importancia de integrarse en un grupo es casi un deber moral, y quienes se muestran contrarios a dicho precepto son tachados de protagonistas, de personas cuyo único deseo es el de destacar”, valoraba Segura, en una perfecta descripción de lo que, al margen de las procesiones, acontece en las calles de Híjar entre el jueves y el sábado.

Esos grupos de toque -cuadrillas, para los bajoaragoneses- pueden estar conformados por vecinos, amigos o familiares, pues la herencia es lo que mantiene vivo este singular patrimonio que se ‘mama’ en casa, en los hogares que este Jueves Santo antes de las 00.00 despedirán a sus tres generaciones hacia el embeleso de Romper la Hora.

La plaza de la Villa lucirá un uso de luces especial para la ocasión. De la oscuridad del silencio, se pasará a la iluminación de la explosión de sonido. Como si los hijaranos despertasen de esos cinco siglos franciscanos que ofrecen la ocasión de reflexionar sobre el pasado, pero también sobre el presente y futuro a construir.

Los próximos 500 años comienzan esta noche. Mientras perdure la Semana Santa, el corazón de Híjar seguirá latiendo al ritmo de los tambores; al son de los abuelos que embrujaron a sus sucesores. 

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