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Cuevas Labradas: Un emprendedor en la tierra de las sabinas

Esteban Fuertes no se dejó amilanar por la dureza aparente del monte de Cuevas Labradas. En sus laderas, tan bellas como pedregosas, plantó encinas micorrizadas y ahora recoge trufas.

Aveces, las oportunidades son de quien logra verlas. Este es el lema de Esteban Fuertes, un vecino de Cuevas Labradas para quien este municipio de menos de 150 habitantes a solo 12 kilómetros de la capital turolense ofrece multitud de posibilidades. Allí donde algunos vieron un estéril campo lleno de piedras, él avistó una buena cosecha de trufas. Lo que para algunos era una vieja vivienda en herencia en el pueblo, él la transformó en una casa de turismo rural.

Superviviente nato y de espíritu emprendedor, Esteban ha hecho del pueblo de sus padres y el suyo propio hasta que se fue a estudiar Secundaria a Teruel, su nuevo hogar. Lleva en él en torno a 15 años y no se arrepiente. Claro está que en su retorno desde la capital turolense a sus raíces le acompañó su mujer, María Gil de Albornoz, y que sus dos hijos, entonces unos niños, se mostraron encantados con la idea de montar un "rancho" en Cuevas Labradas.

"Nos cuesta diez minutos ir a Teruel y, sin embargo, estamos en el campo. ¡Hasta tenemos caballos!" relata satisfecho. Esteban no vive solo de la trufa, pues es mecánico en un taller ubicado en el polígono La Paz de Teruel, pero el cultivo de este hongo que puede llegar a alcanzar en el mercado el precio de 1.000 euros el kilo, le entusiasma. Parecía predestinado a ello. Cuenta que fue uno de los "cuatro locos" que acudieron a la primera edición de la Feria de la Trufa en Sarrión –cuna de este producto en la provincia–, y de eso hace ya un par de décadas.

Aún recuerda la emoción que le embargó cuando Bruno, adiestrado para encontrar trufas, sacó de la tierra el primer ejemplar. "Este perro hace llorar", dijo a sus conocidos. "Fue como hallar oro negro en un pedregal", rememora.

Tiene una queja. Relata que lleva más de tres años rellenando papeles para conseguir que la Administración le permita hacer una conducción de agua desde un pozo de su propiedad hasta el campo de encinas micorrizadas con trufa. "No me contestan; a la gente de los pueblos nos ayudan bien poco y eso no es justo, porque hacemos falta aquí. Deberían simplificarnos los trámites", protesta.

No es su única reclamación. Explica que cualquier emprendedor en Cuevas Labradas tropieza con la falta de banda ancha en internet. "No tenemos una buena conexión y eso es un gran obstáculo para que surjan negocios y se instalen aquí nuevos pobladores", subraya. Y carga contra los políticos. "Vienen a pedir el voto en campaña electoral y luego nos olvidan", afirma este hombre. "Y yo –remarca– quiero ayudar a que mi pueblo siga vivo".

Este interés es compartido por la alcaldesa de Cuevas Labradas, Lucía Castellote, quien, al igual que Esteban, ha elegido vivir en el municipio de sus antepasados tras pasar parte de su vida en una ciudad, en su caso, Valencia. "Me gusta la tranquilidad y la calma vital del pueblo. Se nos inculcó a los hijos que para progresar había que salir y hacer dinero, pero creo que ese pensamiento hoy en día ya está superado, porque con internet puedes vivir en cualquier sitio", explica. "Lo importante –continúa– es tener una buena iniciativa".

Lucía es una defensora a ultranza del medio rural. "Residir en una ciudad grande me hizo darme cuenta de lo bien que se vive en un pueblo. Ir a cualquier sitio me costaba una hora, lo mismo que tardo ahora en ir de Cuevas Labradas a Valencia". Se alegra, además, de haber dejado atrás "el estrés y las prisas" y agradece "salir a la calle y encontrar gente conocida".

Volcada en su labor como regidora, esta mujer se esfuerza en encontrar emprendedores dispuestos a trabajar en la localidad y explica con ilusión que por fin han encontrado candidatos para poner en marcha el Multiservicio, que engloba bar, tienda y restaurante. El pueblo tiene puestas sus esperanzas en el turismo rural de naturaleza y bicicleta y por ello el Ayuntamiento considera primordial que los senderos y los caminos que se adentran en el paisaje de Cuevas Labradas estén en perfectas condiciones.

Cuevas Labradas podría ser bautizado como ‘el pueblo de las sabinas’. "Es el árbol más común. Si un año dejas de sembrar cereal en un campo, nacen sabinas", asegura Lucía. Cuando el viajero deja la carretera Nacional 420 para tomar el acceso a esta localidad, no se imagina los parajes que va a encontrar. Tras las montañas de yeso blanquecino horadadas a medias por la propia naturaleza y por el hombre –quizá de ahí le viene el nombre–, aparecen valles de gran verdor y huertos que se riegan con el Alfambra. Manadas de cabras y corzos trotan tranquilas por este hábitat relajante en el que abundan el trigo y la cebada.

Dos yeserías llegaron a funcionar hasta los años 70 del siglo XX, cuando en Cuevas Labradas vivían de 300 a 400 vecinos. Las cosas cambiaron y el pueblo, como otros muchos, se fue vaciando en beneficio de la ciudad.

En datos

Comarca: Comunidad de Teruel.

Población: 146 vecinos.

Distancia a Teruel: 15 km.

Los imprescindibles

Cuevas de leyenda

Cuenta la leyenda que las cuevas que hay en las montañas de yeso fueron habitadas en época musulmana, en torno a los siglos IX y X. También sirvieron de refugio en la Guerra Civil y, más tarde, como escondite de pandillas juveniles.

El Chorrillo

Las abundantes lluvias del pasado otoño formaron pozas de agua cristalina en el barranco El Chorrillo, un paraje de gran belleza con altas paredes rocosas donde se aprecian las distintas etapas geológicas.

Coleccionista

Gregorio Ibáñez, vecino de Cuevas Labradas, atesora en su casa cientos de objetos tradicionales del pueblo. Cántaros de cerámica, antiguas cocinas y hasta carros para transportar mercancía, integran su pequeño museo.

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