Fiebre medieval en cada plaza de la ciudad

Teruel era este sábado un hormiguero de gente vestida al estilo del siglo XIII que disfrutó de la metamorfosis que logra la población gracias a la labor de los grupos de recreación.

Haciendo jabón artesanal en una de las jaimas que pueblan Teruel este fin de semana.
Haciendo jabón artesanal en una de las jaimas que pueblan Teruel este fin de semana.
Antonio García/Bykofoto

"Y se quedo sin beso". La guía que conducía este sábado por la calle Amantes a un nutrido grupo de turistas venidos de Huesca zanjaba así la lectura solemne y embelesada que los viajeros hacían de una de las inscripciones repartidas por fachadas de edificios de la ciudad en las que se narra la historia de Isabel y Diego. Esa, concretamente, habla de la desesperada petición que el joven dirigió a su amada para lograr un beso y que la muchacha, por estar casada, rechazó, desencadenando el trágico final.

El conjunto de visitantes oscenses avanzaba con dificultad. A las doce del mediodía, siete horas antes de que en la plaza del Torico fuese a ser representada la muerte de Diego –escena central del drama sobre la leyenda de los Amantes que escribiera Eugenio Hartzenbusch en el siglo XIX–, el corazón de la ciudad de Teruel era un hormiguero de gente vestida al estilo del siglo XIII que disfrutaba de la particular metamorfosis medieval de calles y plazas.

Artífices de esta transformación son, en gran medida, los más de 200 grupos recreacionistas que participan en la fiesta y que, integrados por pandillas de amigos y familiares, adoptan la responsabilidad de reflejar fielmente escenas típicas de la Edad Media con las que llenar de visitantes la ciudad y, sobre todo, pasarlo bien.

'Ajoaceite' para todos

En la plaza del Seminario, la gente se agolpaba alrededor de la jaima de la Orden del Salvador de Monreal del Campo para degustar el 'ajoaceite' con pan tostado con el que sus socios obsequiaban al público. Más de 500 huevos, 50 litros de aceite, 100 dientes de ajo y 100 barras de pan se emplearon para elaborar este aperitivo tradicional aragonés. El truco para lograr la trabazón justa de todos los ingredientes lo revelaban los dos artífices, Segundo Pascual y Miguel Vicente. Desde las 10.15 hasta las 12.30, uno de ellos se encargó de remover incesantemente los huevos en una gran vasija mientras el otro dejaba caer el aceite prácticamente gota a gota. Todo ello, a la vista del público.

No muy lejos, bajo una nube de humo con olor a leña de olivo ardiendo, se escuchaban los tambores de los monjes de la Orden de Calatrava, que salían en desfile por el centro de la ciudad convirtiendo el toque de sus instrumentos en una triste premonición.

En el Paseo del Óvalo, los protagonistas eran los Carniceros de la Villa, un grupo recreacionista que desde los inicios de la fiesta, hace ya dos décadas, escenifica cómo se elaboraban antiguamente las morcillas una vez que se había matado el cerdo en cada casa. Francisco Llorens, uno de los 'carniceros', explicó que el objetivo de esta actividad es "contribuir a la ambientación de la fiesta y dar a conocer las tradiciones de esta tierra".

"¡Porfa, porfa, una foto!"

No todo el mundo seguía al pie de la letra el dictado medieval. En la plaza del Torico, una pandilla de jóvenes llegados de Valencia vestían como Los Tres Mosqueteros. "Lo que hemos encontrado por Internet", explicaba uno de ellos, David Tomás, mientras atendía a una joven que le gritaba "¡porfa, porfa, una foto!". Un zaragozano, Pedro Luis Frago, apostado junto a una de las columnas de los soportales de la plaza y ataviado con una armadura entre castellana y de la trilogía del Señor de los Anillos, competía con ellos a la hora de atraer la atención del público.

LA CIFRA

150 grupos. La población de Teruel se ha organizado en 150 grupos que reflejan cómo era la ciudad en el siglo XIII. Hay curtidores de pieles, sastres, monjes, carniceros, notarios, jaboneros o alfareros. Sus integrantes bucean en los libros que hablan de la historia de Teruel para ofrecer una imagen fidedigna de la ciudad. Su trabajo transforma el Centro Histórico en una villa medieval.

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