Las obras de la N-232 en Monroyo se retrasan y costarán 11,6 millones más

El Gobierno se desdice ahora del compromiso que adquirió para finalizar el tramo carretero durante este mes.

Vista N-232 hacia Monroyo
Vista N-232 hacia Monroyo
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La ejecución del tramo carretero de la N-232 entre el límite de las provincias de Teruel y Castellón y el cruce de Ráfales tendrá un sobrecoste de 11,6 millones de euros y con toda probabilidad no estará listo durante este mes como había asegurado Fomento.

Así se desprende de la respuesta que el Gobierno central emitió el lunes a la pregunta que el diputado Félix Alonso del Grupo Confederal Unidos Podemos formuló en sede parlamentaria a iniciativa de IU Teruel tras constatar los sucesivos retrasos en una obra que acumula casi tres décadas de demora.

En la respuesta el Gobierno afirma que la modificación respecto al presupuesto de adjudicación de las obras, que inicialmente estaban presupuestadas en 54 millones de euros, asciende a 11,6 millones de euros, lo que supone que el coste total del tramo carretero se situará en los casi 66 millones de euros. El sobrecoste supone un 22% respecto a la cifra oficial que el Ministerio de Fomento anunció en mayo de 2015, cuando se retomaron las obras del tramo por última vez.

En la misma respuesta, el Gobierno asegura que la finalización de las obras "está prevista" para el primer semestre de 2019, dejando abierta la conclusión de los trabajos a toda la primera mitad de este año y desdiciéndose así de la fecha que Fomento, con su actual ministro, el socialista José Luis Ábalos, anunció en octubre de 2018 en el que aseguró que la obra estaría lista en febrero.

Se trata del enésimo retraso en la puesta en marcha de esta infraestructura y del tercer incumplimiento en tan solo un año. A principios de 2018, el anterior ministro, el popular Íñigo de la Serna, afirmó en Zaragoza que la carretera estaría lista en verano del pasado año y seis meses después Fomento volvió a retrasar el final de las obras a finales de 2018.

Todo ello después de una interminable lista de compromisos incumplidos respecto a la puesta en marcha de los 13,9 kilómetros de tramo carretero que, según el también enésimo proyecto final de construcción, debían haber estado listos en diciembre de 2017.

Cabe recordar que la reforma del actual cuello de botella existente entre en norte de la provincia de Castellón y el Bajo Aragón Histórico lleva acumuladas casi tres décadas de retrasos, después de que el plan de carreteras de los años 90 ya incluyese como prioritaria la reforma del citado tramo viario.

Los desprendimientos por la inestabilidad geológica y un presupuesto inicial que ahora se constata insuficiente, son los principales motivos del retraso de estas obras, adjudicadas en 2015. El principal escollo se encuentra ahora en el viaducto de San Bernardo, cuyo terreno arcilloso provocó en 2017 que los taludes sobre los que se asienta cediesen provocando un movimiento de 9 centímetros.

Según afirmaron desde Fomento, los estribos de dicha infraestructura sufrieron "pequeños movimientos" debido a las diferentes capacidades resistentes de los materiales de subsuelo que se transmitieron, añaden, a los terraplenes que sustentan las vigas del puente

La solución que están aplicando, explicaron, es construir una pantalla de pilones para fijar la tierra deslizada así como aplicando micropilotes e inyectar hormigón.

En su respuesta, el Gobierno reconoce que hubo un fallo en la previsión inicial de capacidad de carga de los materiales del subsuelo del viaducto ya que se "preveía" disponer de un material más grueso.

Desprendimientos

Otro foco de preocupación para los ingenieros son los desprendimientos en los taludes de los muros de las trincheras por las que discurre el vial. La verticalidad de las laderas habría ayudado a agravar el problema, provocando varios desprendimientos y hundimientos en varios puntos de la calzada.

De entre esas incidencias, merecen mención especial el derrumbe ocurrido en el talud sur del túnel de Monroyo en febrero de 2017, así como un gran desprendimiento ocurrido la pasada primavera en una trinchera cerca del cruce con La Cerollera.

La puesta en marcha de este tramo carretero permitirá prescindir del trazado actual, del siglo XIX, que constituye un peligroso cuello de botella entre el Bajo Aragón Histórico y la costa del norte de Castellón.

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