Un barrio de Teruel, una 'reserva natural' para las ardillas

Los vecinos de La Fuenfresca alimentan a estos roedores, cuya población se ha multiplicado en los últimos años.

Teresa Catalán, vecina de La Fuenfresca, pone agua para las ardillas en una zona de pinar. Abajo, una de las muchas ardillas que viven en el barrio.
Teresa Catalán, vecina de La Fuenfresca, pone agua para las ardillas en una zona de pinar. Abajo, una de las muchas ardillas que viven en el barrio.
A. G./Bykofoto

Las ardillas se han convertido en un habitante más de La Fuenfresca. La gran abundancia de árboles de diversas especies y zonas ajardinadas, que han hecho que el barrio sea considerado como el más verde de la ciudad, han podido favorecer que la población de estos mamíferos roedores se haya multiplicado en los últimos años.

"Cuando vine a vivir aquí, hace 22 años, veía apenas una o dos ardillas al día, pero ahora, a veces, me encuentro con siete u ocho al mismo tiempo", afirma Teresa Catalán, una vecina que simpatiza con estos animales de aspecto gracioso, mirada pícara y larga cola, que se alimentan de semillas, frutos secos, brotes tiernos y líquenes.

Teresa, comprometida con el mundo animal, ha optado por colocar vasijas con agua y trozos de pan en el pinar próximo a su casa para ayudar a las ardillas a sobrevivir. De esta forma, evita que estos roedores crucen la calle en busca de alimento o de agua y corran el riego de ser atropellados por un coche.

No es la única que vela por la vida de las ardillas. Hay más vecinos que se ocupan de ello, incluso haciendo turnos cuando llega la época vacacional del verano y muchos de ellos deciden viajar fuera de Teruel. El pasado mes de agosto, medio vecindario se movilizó para salvar a dos ardillas recién nacidas que saltaban del nido en busca de alimento y agua tras haber quedado huérfanas al ser atropellada su madre. Además de avisar a los bomberos, quienes extendieron su larga escalera para subir hasta el nido y comprobar que no había más crías, los vecinos llevaron a las ardillas bebé a una clínica veterinaria próxima para que fueran tratadas de los golpes sufridos al caer del árbol.

La Asociación de Vecinos de La Fuenfresca estudia ahora pedir colaboración al Ayuntamiento turolense para promover campañas de escolares que permitan a los niños conocer el hábitat de las ardillas y tomar conciencia de la necesidad de proteger a estos animales que viven en los bosques.

"Son roedores muy alegres y se acostumbran enseguida a la presencia humana", relata una vecina natural de Ucrania. "En mi país, llegan a comer de la mano y son un aliciente más del paisaje; su presencia, que gusta mucho a los niños, hace que estos valoren más la naturaleza", explica.

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