La térmica y la despoblación

El cierre de la térmica de Andorra sería un golpe más a la provincia de Teruel, que padece un largo abandono.

La central termoeléctrica de Andorra.
La central termoeléctrica de Andorra.
Laura Uranga

La catástrofe económica y demográfica que supondría el cierre de la térmica en la comarca de Andorra no puede desvincularse del larguísimo abandono que sufre la provincia de Teruel en cuanto a inversiones en infraestructuras. Ahora está a punto de perpetrarse una nueva y letal injusticia. La prioridad debe ser evitarla, pero a la vez hay que mirar a largo plazo y empezar de una vez a crear políticas eficaces de desarrollo que frenen la desertización de Teruel y sus comarcas.

Como dice la alcaldesa de Andorra, Sofía Ciércoles, ahora estamos abocados a empezar la casa por el tejado. Se han perdido muchos años durante los cuales se hubiera podido preparar una reconversión justa y razonable del carbón y de la térmica, poniendo los cimientos para una nueva etapa económica en la comarca. Los mil millones de euros del FITE y del Plan Miner, a lo largo de veinte años, no han conseguido revertir la decadencia demográfica de la provincia de Teruel. Pero es que esos fondos deberían haber sido complementarios a las inversiones en la modernización de infraestructuras como ferrocarriles, carreteras y telecomunicaciones que a la provincia turolense se le han negado casi sistemáticamente. Retrasar el cierre de la térmica -algo que todavía es posible si existe voluntad política- parece indispensable para preparar con un mínimo de justicia la transición, captando nuevas empresas para la comarca. Junto a ello, y pensando a medio plazo, las instituciones aragonesas deben poner todo su empeño en dar la vuelta al largo olvido que sufre la provincia de Teruel. La batalla del próximo jueves, en el Parlamento Europeo, para que se incluya la línea férrea Zaragoza-Teruel-Sagunto en las prioridades de la UE puede ser decisiva. Pero hay mucho que hacer para forjar un auténtico plan de desarrollo que frene la desertización de buena parte del territorio de la Comunidad. La voluntad, real o no, de las fuerzas políticas de luchar contra la despoblación va a empezar a medirse en Andorra.