La cogida sufrida por una mujer empaña los ensogados en el último día de las fiestas

La víctima, con herida de asta de toro en el abdomen, fue sorprendida por un morlaco que entraba a la plaza desde una calle, si bien la cornada no fue profunda.

Uno de los toros entra con fuerza en la plaza del Torico, donde los vaquilleros lo esperan para tentarlo.
Uno de los toros entra con fuerza en la plaza del Torico, donde los vaquilleros lo esperan para tentarlo.
Jorge Escudero

La suelta de toros ensogados por las calles del Centro Histórico, el acto más tradicional de las fiestas turolenses, se vio empañado este lunes por la cogida que sufrió una mujer de mediana edad cuando presenciaba el espectáculo. La víctima, vecina de la ciudad, fue embestida por uno de los astados que al entrar en la plaza del Torico desde la calle Amantes giró sorpresivamente hacia la derecha, justo en el punto en que se encontraba la mujer, a la que el animal pilló despistada.

Según relataron diversos testigos, el morlaco la tiró al suelo y luego la embistió una segunda vez. Desde los servicios sanitarios de la Cruz Roja, que prestaron la primera atención a la mujer, informaron de que esta presentaba una cornada en el abdomen. La víctima fue evacuada al hospital Obispo Polanco de Teruel, donde anoche permanecía ingresada recibiendo asistencia, si bien la lesión no parecía revestir gravedad. Otras fuentes sanitarias así lo confirmaron indicando que la herida por asta de toro no era profunda si bien debía ser valorada por los especialistas.

El suceso obligó a suspender los toros ensogados, que se encontraban en su recta final –ocurrió con el último astado, cerca de las diez de la noche– al tener que acompañar a la herida en su traslado en ambulancia hasta el centro hospitalario el médico y el enfermero que se encontraban para atender las incidencias del festejo taurino.

Hasta registrarse este percance, los ensogados, que habían comenzado a las seis de la tarde, transcurrieron todo el tiempo sin incidentes más allá de una decena de traumatismos y heridas leves. Muy bravos y de gran empaque, los astados protagonizaron emocionantes carreras que hicieron disfrutar a los vaquilleros. Fue una tarde de fiesta en la que el público abarrotó los soportales y balcones de las casas para ver cómo los sogueros guiaban con arte y cautela a los astados entre la muchedumbre.

Aunque año a año la concienciación sobre el riesgo que ofrecen los toros ensogados es mayor, agentes de la Policía Local y voluntarios de Protección Civil se vieron obligados a desalojar del lugar a algunos menores de 16 años, personas mayores, jóvenes ebrios y padres con bebés de pocos meses de edad que pretendían presenciar las carreras de los toros a pie de calle o subidos a algún elemento urbano elevado.

Entre los corredores, había algunos con gran experiencia, como Pedro Plumed y Antonio Civera, amigos y con 60 años a sus espaldas participando en el toro ensogado. "Hay que tener buenas piernas, reflejos y prudencia", explicaba el primero de ellos quien, con humor, dijo confiar en tener por delante "otros 60 años" para disfrutar de los ensogados.

Menos veterano, aunque también buen conocedor del toro, Fran Ortega relató que no se pierde los ensogados "por la emoción y la adrenalina que te permiten liberar". Este turolense afincado en Valencia afirmó, tajante, que el toro de soga "es peligroso" y que solo unas buenas condiciones físicas "y el amor y respeto al toro" pueden librar al corredor de una buena cogida. Valoró, además, que el lunes de Vaquilla supone un punto de encuentro con antiguos amigos.

Como espectador se encontraba Pedro Ferrer, más conocido como Pichón, un soguero que tras 45 años sacando al toro los lunes de Vaquilla ha decidido retirarse "para poder vivir la fiesta como hace todo el mundo, saliendo con sus amigos y acudiendo a los actos". Explicó que los sogueros tienen que irse a dormir temprano y no hacer ningún exceso para estar en buenas condiciones al día siguiente. Apoyado en la barandilla de un balcón afirmaba que, pese a ello, no quería bajar a la plaza "por miedo a engancharme otra vez".

Los astados –Juncal, Pitorro, Gireano y Buenos Tratos– dieron juego desde el principio. Ya de madrugada, cuando fueron soltados en la plaza de toros para ser conducidos a pie hasta los corrales de la Nevera donde permanecerían hasta la hora de salir a la calle, tuvieron un arranque "bonito y llamativo", explicó el experto soguero Paco Gómez. No obstante, dos de ellos tuvieron que ser transportados en un cajón por el Viaducto Nuevo porque se negaban a caminar.

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