El despoblado Mas Blanco reabre el colegio por un día con 'escolares' que peinan canas

La escuela, que se clausuró en 1974 por falta de niños, celebra su reciente rehabilitación como centro cultural con un reencuentro de antiguos escolares y su profesora.

La primera maestra del Mas Blanco, Teresa Delgado, con sus alumnos de 1962 en el colegio restaurado.
La primera maestra del Mas Blanco, Teresa Delgado, con sus alumnos de 1962 en el colegio restaurado.
J. E.

No volverá nunca. Nadie vuelve". La sentencia del abuelo Bonifacio cuando, en 1962, despidió entre lágrimas a la primera maestra titulada que llegó al Mas Blanco, un barrio de San Agustín ahora prácticamente despoblado, no se ha cumplido. Teresa Delgado, la docente que se encargó de los 22 niños de la pedanía en el curso 1961/62, se reencontró este sábado en la misma escuela que regentó hace medio siglo con 11 de sus 22 alumnos, aunque los pequeños de entonces se han convertido hoy en jubilados y ninguno de ellos vive ya en el pueblo. La mayoría ni siquiera reside en la provincia.

Los escolares de 1962 llegaron de Teruel, Castellón, Zaragoza, Valencia y Barcelona para reencontrarse con su maestra. La asociación Recartografías, dedicada a restaurar y reutilizar el patrimonio arquitectónico que la despoblación amenaza con convertir en escombros, celebró una jornada festiva centrada en la convivencia de los niños de la bulliciosa escuela de los primeros años sesenta del siglo pasado con su educadora, ya octogenaria.

El colegio, que llegó a tener más 30 alumnos en sus buenos tiempos, cerró definitivamente sus puertas en 1974 por falta de niños. El pueblo, con más de un centenar de vecinos en la posguerra, se vació hasta quedar convertido actualmente en una aldea fantasma en la que solo una casa esta habitada –por una familia inglesa que se asentó en los primeros años del siglo XXI–.

La llegada de Teresa Delgado –a la que todos llaman "doña Teresa"– fue celebrada con emoción por sus antiguos alumnos, que, con sus familias, devolvieron la vida a las pedregosas calles de la pedanía durante una nostálgica jornada. El pueblo, casi deshabitado, está salpicado de casas ruinosas. Solo media docena de edificios se han salvado tras ser rehabilitados como segundas residencias. El empujón de Recartografías al restaurar la escuela y otros inmuebles de titularidad pública ha inyectado un soplo de vida a este núcleo de la sierra de Gúdar.

La docente, que se estrenó como maestra en el Mas Blanco con 24 años, es hoy una dicharachera anciana de 80 residente en Valencia, donde acabó su carrera. Se emocionó al reecontrarse son la primera promoción a la que impartió clase tras superar las oposiciones del Ministerio de Educación. Su llegada fue celebrada por sus exalumnos. "¡Un aplauso para la maestra! ¡Bienvenida!", exclamaron algunas voces al verla llegar. "¡Yo fui a la escuela con usted! ¡Un abrazo!", le decían otros mientras la abrazaban. Teresa respondió con besos e intercambió con sus antiguos escolares anécdotas ocurridas hace 56 años.

Recordó que al llegar al Mas Blanco no sabía por dónde empezar su trabajo, pero al encontrarse con 22 alumnos sentados en clase pensó que tenía "lo que más quería". "No necesitaba más –añadió–, porque solo deseaba educar a los niños". El pueblo se volcó con ella. Los vecinos le proporcionaron algunos muebles, enseres domésticos, leña, pan recién cocido y productos de la matanza del cerdo cuando llegaba el invierno. La maestra se mostró agradecida por la acogida que le dispensaron en 1961. "Yo también aprendí de vosotros, porque me enseñasteis a desgranar judías y maíz y a buscar caracoles", explicó.

Le cupo el honor de estrenar la casa del maestro, construida, al igual que la escuela, por los propios vecinos. Amparo Igual, una de las alumnas, contó que algunas noches se quedaba a dormir con Teresa porque "le daba miedo estar sola". "Fue la mejor profesora que tuvimos en el pueblo", aseguró esta excolegiala que, como el resto, se marchó del pueblo. Vive actualmente Vinaroz (Castellón). Su hermana, Celia, también acompañó a la maestra para que se sintiera más tranquila por las noches. En 1964, emigró del Mas Blanco a Villarreal (Castellón). Ahora apenas vuelve por su pueblo, porque le da pena "verlo tan abandonado".

Además, de educar a los niños, su vocación pedagógica animó a Teresa a organizar clases nocturnas para adultos, en las que también programaba charlas con el médico y el cura. "Era un alumnado muy constante que no faltaba a su cita ni con lluvia, ni con nieve ni con escarcha", explicó.

Recartografías, una asociación vinculada a la Universidad de Valencia, recupera mediante cesiones de uso patrimonio inmobiliario del Mas Blanco y de otros despoblados para restaurarlo y darle utilidad cultural y formativa. Luis del Romero, uno de los organizadores de la jornada, está convencido de que las funciones culturales, recreativas o como segundas residencias pueden salvar de la ruina las casas que se han quedado vacías con la despoblación.

El alcalde de San Agustín, Juan Robles, agradeció el trabajo de Recartografías, que "sin pedir nada a cambio", ha rehabilitado y dado utilidad a edificios que de otro modo "se hubieran caído".

Tras el emotivo reencuentro en la escuela, Teresa Delgado recorrió las calles de su primer destino profesional de la mano de sus antiguos escolares. "He hecho realidad un sueño", explicó. Recordó como, al marcharse en busca de sus "proyectos de juventud", todos los vecinos "lloraban". Entre ellos, el abuelo Bonifacio, que se equivocó en su sentencia de despedida.

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