La extracción de agua de pozos para abastecer a la capital multiplica por 5 el coste energético

La empresa gestora advierte de que si el suministro desde las perforaciones se incrementa al agotarse el Arquillo el coste añadido debería repercutirse en el recibo.

La histórica fuente de la plaza de la Catedral, seca desde octubre.
La histórica fuente de la plaza de la Catedral, seca desde octubre.
Jorge Escudero

La sequía que amenaza el suministro de agua de Teruel desde el pantano del Arquillo, al 13,6% de su capacidad, tendrá también consecuencias para el bolsillo de los turolenses. La utilización como captación alternativa de los dos pozos existentes en San Blas garantiza el abastecimiento pero dispara el coste energético de la extracción, y el incremento podría acabar repercutiendo en los consumidores. La empresa gestora, Aguas de Teruel, calcula en un reciente informe que durante el segundo semestre de 2017, con un pozo reforzando la aportación del pantano, el consumo eléctrico se multiplicó por ocho y el recibo de la luz se quintuplicó.

La compañía de aguas advierte de que si la sequía continúa, el embalse se agota y los pozos de San Blas tienen que cubrir el 100% de las necesidades de la ciudad, el consumo energético se disparará hasta 100.000 kilovatios al mes –frente a los 5.000 previos a la sequía– y la factura eléctrica crecerá en torno a 170.000 euros al año.

El estudio, presentado por Aguas de Teruel en una jornada sobre el Plan Especial de Sequía de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) celebrada en Valencia, señala que con el funcionamiento del pozo número 2 de San Blas para reducir la extracción del pantano en el segundo semestre de 2017 el consumo eléctrico pasó de 31.476 kilovatios en el mismo periodo de 2016 a 242.821, un 771% más. La factura se disparó de 6.864 euros a 31.225, un 455% más.

El incremento responde a la diferencia de extraer el caudal del pantano a hacerlo conjuntamente del Arquillo y de los pozos, situados a una cota más baja. El coste todavía será mayor cuando las perforaciones cubran el 100% del consumo de la ciudad frente al 50% actual. El desnivel que tienen que salvar las bombas para elevar el agua hasta el depósito de cabecera pasa de 30 metros en el caso del embalse a 140 en las perforaciones. La bomba elevadora tiene 60 caballos de potencia en el pantano y 250 en el pozo número 1 de San Blas, que entrará en servicio cuando la presa se quede sin agua.

Desde Aguas de Teruel advierten de que, «al final», si el 100% del agua de la ciudad procede de pozos, el incremento de costes de explotación se deberá «repercutir» en el consumidor por tratarse de un desembolso añadido para prestar el servicio, aunque no se ha calculado el encarecimiento que supondrá en el recibo.

La alcaldesa, Emma Buj, ha señalado que «el coste energético se incrementará y habrá que estudiar cómo se repercute en la tarifa del agua». Buj ha aclarado, no obstante, que no se sabe cuándo habrá que abastecer a la ciudad íntegramente desde pozos porque la evolución de las reservas del Arquillo depende de la meteorología. Ha añadido que, si esta situación se mantiene durante un periodo limitado «no tendrá consecuencias en el precio», pero si se alarga en el tiempo afectará al importe de la tasa.

El informe presentado por Aguas de Teruel en la CHJ repasa la gestión de la sequía llevada cabo en la ciudad y también las «consecuencias económicas» derivadas de las medidas excepcionales tomadas. Además del coste energético extra, se prevén inversiones para diversificar las fuentes de abastecimiento.

El Ayuntamiento acordó llevar a cabo cuatro sondeos de investigación en el entorno del puerto de Escandón que costarán 255.519 euros y se adecuarán los antiguos pozos de la carretera de Cuenca, ahora fuera de uso, con una inversión de 64.768 euros. La previsión municipal es convertir una de las nuevas perforaciones en pozo de explotación, lo que costará en torno a un millón de euros.

Entre las conclusiones del documento, figura que «en episodios de sequía grave como el actual, el abastecimiento de agua supone sobrecostes que, al menos en parte, han de repercutirse en los consumidores». Advierte también de que las situaciones de escasez de lluvia se repiten «con más frecuencia y afectan a periodos más largos» y lo que hoy es una situación de «emergencia» puede convertirse en «normalidad».

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