"Los animales tienen congelados hasta los crotales, pero es día de saneamiento"

Las labores del campo no entienden de temporales y en los pueblos de Teruel sobrellevan del mejor modo posible la reducción de sus servicios básicos.

Vaca de la ganadería Los Chatos.
Vaca de la ganadería Los Chatos.

Cuando el temporal pase, será momento de evaluar los bienes de unas nevadas que pueden salvar cosechas y llenar acuíferos. Hasta entonces, los habitantes de los pueblos y núcleos diseminados de Teruel sobrellevan del mejor modo posible la consecuente reducción de sus servicios básicos.

Como cada invierno, muchas de las carreteras secundarias de la provincia están intransitables debido a la nieve y, con la inminente bajada de las temperaturas, el hielo afectará de forma generalizada al tercio sur del territorio a partir de este miércoles. La Diputación Provincial de Teruel ha recomendado que, salvo en casos de urgencia, no se circule en coche. Fundamentalmente, por aquellas vías a las que no llegan las quitanieves.

El protocolo de vialidad invernal dice que todos los municipios deben tener, al menos, una salida limpia. El problema viene cuando los puestos de trabajo están en otra dirección y no hay forma de encontrar alternativas. En Mosqueruela, según explica la alcaldesa María Isabel Gil, se ha optado por abrir la carretera que va hacia Teruel capital. Sin embargo, los vecinos no pueden desplazarse por la carretera de Castellón. “La quitanieves no pasa desde el lunes, pero, aunque lo hiciera, la ventisca volvería a cubrir el piso. Quienes tienen que ir a trabajar por Villafranca lo tienen imposible”, indica Gil, remarcando que las nevadas de estos días -15 centímetros acumulados de espesor- son “menos potentes” que las de enero de 2017.

Donde sí equiparan la situación actual con la del año pasado es en el extremo opuesto (oeste) de la provincia. Este martes, los habitantes de Orihuela del Tremendal vieron espesores de 25 centímetros en las calles del pueblo. En el monte, la nieve llegó a alcanzar el medio metro. “Hace mucho tiempo que no se veían nevadas como las de los dos últimos inviernos. Por suerte aquí tenemos quitanieves y nos acondiciona la salida hacia Teruel, pero muchos de los que han de salir al campo no pueden”, comenta Rosa María Sánchez, alcaldesa de la localidad, y recuerda que las zonas rurales son las que peor lo están pasando.

Las labores del campo no entienden de temporales. Los ganaderos saben que sus animales tienen que comer y asumen riesgos para dar con ellos. “A partir de este miércoles, si sigue nevando así, tendremos muchos problemas para acceder a la finca. De momento han caído 15 o 20 centímetros, pero parece que iremos a más”, señala Emilio Izquierdo, patrono de la ganadería de Los Chatos (La Puebla de Valverde).

La ganadería los Chatos, en pleno temporal

A pesar de que sus reses están próximas a la carretera, este martes ya tuvo serias dificultades para llegar hasta ellas en todoterreno. Estaba obligado a hacerlo, puesto que era jornada de saneamiento, la periódica visita que reciben de las autoridades veterinarias para vigilar que el ganado está libre de enfermedades y que las instalaciones cumplen las medidas sanitarias adecuadas.

“Aquí no se puede parar. Los animales tienen congelados hasta los crotales y nosotros tenemos que ir cada cierto tiempo a calentarnos al fuego porque no sentimos las manos, pero el deber es el deber. El saneamiento había que hacerlo antes de que las condiciones sean peores”, resalta Izquierdo, y añade que “hay compañeros que lo están pasando peor pensando en que pueda volver a ocurrir lo del año pasado”.

En Puertomingalvo, Daniel Ramos estuvo seis días sin poder acceder a la finca de Los Capuchos, por donde pastan sus 250 cabezas de ganado. Esta semana, él y el mayoral, Manuel Orellana, observan con incertidumbre las noticias meteorológicas. En el recuerdo, el metro y medio de nieve que se acumuló en 2017 sobre los terrenos. “De momento podemos entrar a darles de comer, pero la finca quedará incomunicada si no deja de nevar. Aquí no llegan las quitanieves porque tras el asfalto hay dos kilómetros de camino de tierra. Cuando ocurren estas cosas te sientes abandonado”, concluye Ramos.

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