Manuel Andreu: "Aquel tío disparó con la intención de matarnos a los dos y eso lo sabían"

Uno de los heridos en Albalate relata el incidente con Igor el Ruso, previo al triple crimen de Andorra. Sostiene que alertaron de su peligrosidad, pero cree que no había medios para detenerlo antes.

Manuel Andreu, en el sofá de su casa de Albalate del Arzobispo.
Manuel Andreu, en el sofá de su casa de Albalate del Arzobispo.
María Quílez

"Yo se lo decía a mi mujer mientras estaba ingresado. Hasta que no pase algo gordo, no lo buscarán bien. Y así pasó". Manuel Andreu, una de las víctimas del primer tiroteo que se produjo en Albalate del Arzobispo el 5 de diciembre, se recupera en su casa de la herida de bala que le atravesó parte del cuerpo y estuvo a punto de causarle la muerte. Tanto él como su familia confían en que reciba el alta médica en unas semanas pero también saben que las heridas emocionales no se terminarán de cerrar nunca.

Sentado en el sofá de su casa, recuerda cómo ocurrió todo. Con numerosos detalles que evidencian la peligrosidad de Norbert Feher, su intención de matarles –a él y a Manuel Marcuello, el cerrajero– y la falta de un dispositivo acorde a la situación. "Sabían que no llevaba vehículo y que estaba por aquí, entrando a masicos todos los días y en un perímetro muy pequeño. No lo buscó nadie", lamenta. Feher campó a sus anchas por el monte albalatino hasta que el 14 de diciembre asesinó en Andorra a sangre fría a tres personas, los guardias civiles Víctor Romero y Víctor Jesús Caballero; y al ganadero José Luis Iranzo.

El propietario del masico en el que se encontraba Feher, que quiere agradecer la labor de todos los médicos que le han intervenido y el apoyo recibido por amigos y familiares, es pesimista con respecto a que nadie asuma responsabilidades. "En este país no dimite nadie", reflexiona cabizbajo. Piensa que es un problema político puesto que no se puso en marcha un despliegue con equipos especializados hasta que no se produjeron los asesinatos el 14 de diciembre. "¿Pero qué más querían que pasara después de dos intentos de asesinato?".

Con calma y visiblemente afectado, intenta realizar una reconstrucción de los hechos. El día 5 de diciembre por la tarde se dirigió al taller de Manuel Marcuello. En su coche, fueron los dos a la huerta. Llegaron pasadas las seis de la tarde y Andreu dejó su vehículo encarado a la puerta, con las luces encendidas y el motor en marcha.

Marcuello, con una linterna frontal para trabajar mejor, se acercó a la puerta, que ya estaba abierta. Entró y, al descubrir al asesino con el arma apuntándole a quema ropa, se abalanzó sobre él, lo tiró al suelo y le intentó quitar la pistola, aunque sin éxito porque la llevaba agarrada a la muñeca. Durante el forcejeo, se produjeron los primeros disparos. El que afectó al brazo de Marcuello fue el primero. Forcejearon en el suelo y el cerrajero, encima del asesino, intentó morderle la yugular sin éxito puesto que llevaba un abrigo tres cuartos militar abrochado hasta arriba. Feher estaba sudando.

Finalmente, Marcuello se levantó y echó a correr. Es muy probable que, desde el suelo, Feher disparara a Andreu, que permanecía junto al coche y que cayó encima de un montón de arena al recibir el impacto. La bala le perforó el hígado y le salió por el pecho. También disparó al capó del vehículo. "Fue todo muy rápido porque en el momento en el que salí del coche vi la cortina moverse y escuché los disparos. Caí al suelo y ya no vi nada. Solo escuchaba pum, pum, pum...", relata Andreu.

Feher salió de la vivienda disparando a Marcuello, que optó por tirarse a unos arbustos. Probablemente pensó que ambos estaban muertos. "Nos quiso matar a los dos y eso lo sabían. A un tío así se le puede coger. Yo me atrevo a decirlo porque sabían donde estaba. La policía tiene medios para coger a esta gente, otra cosa es que estén a disposición de todos. Aquí no estaban".

Andreu, ensangrentado, se montó en el coche y condujo hasta el casco urbano para pedir ayuda. Le atendieron junto al cuartel de Albalate y, pasados unos minutos, llegó Marcuello caminando. Después de varias intervenciones quirúrgicas, ambos se recuperan en sus casas.

Andreu envía un abrazo muy fuerte a la familia Iranzo, con quien le une una estrecha relación. "Todo esto ha destrozado a tres familias. Porque nosotros, aunque nunca lo olvidemos, saldremos adelante".

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