Manuel Andreu recibe el alta: "El dolor sentimental supera al de las heridas del disparo"

El albalatino, de 72 años, conocía al fallecido Juan Iranzo y a toda su familia.

Manuel Andreu: "En esa situación, uno solo piensa en protegerse"

Manuel Andreu, uno de los dos hombres heridos el pasado 5 de diciembre en el tiroteo de Albalate del Arzobispo, ha sido dado de alta este viernes, tras permanecer 10 días ingresado en el Hospital Clínico de Zaragoza. Andreu, de 72 años, recibió un disparo en el costado cuando se dirigía a abrir la puerta de su casa de campo junto al cerrajero Manuel Marcuello, y la bala le entró por la zona del hígado, le rozó el pulmón y salió a milímetros del corazón, produciéndole lesiones que hoy, un día después de conocer la fatal noticia del asesinato de dos guardias civiles y José Luis Iranzo a manos del mismo pistolero, “no son nada en comparación con el dolor sentimental”.

Andreu tenía relación personal con el nieto del Pastor de Andorra y toda su familia, puesto que las bandas de jota de las dos localidades turolenses coinciden con asiduidad. “Le conozco desde que era un niño y venía a Albalate a tocar la bandurria. Al igual que su abuelo, José Luis era un gran amante de la jota y desde los años 90 hemos colaborado con su banda muchas veces”, recuerda Andreu, y reconoce que, dada la afinidad con la familia Iranzo, el suceso de este jueves le hizo “hundirse” cuando por fin lograba reponerse de días tan complicados.

“Los médicos me han dicho que el hígado se recompone solo y podré ir haciendo vida normal, pero va a ser complicado volver a Albalate pensando lo que ha sucedido”, añade Andreu, antes de contar con detalle cómo Marcuello y él fueron asaltados cuando iban a abrir la puerta de su casa de campo, que estaba estropeada. “Él salió primero del coche, se acercó a la entrada y ya vi que las cortinillas se movían. De pronto comencé a escuchar los tiros que le propinó en el brazo y, seguidamente, me disparó a mí. Volví al coche como pude y pedí ayuda en el pueblo”, explica Andreu, sobre un episodio que bien pudo terminar en tragedia.

“Tanto mi compañero como yo podíamos estar muertos. Tenemos que dar gracias a Dios por no haber sido heridos de gravedad en órganos vitales. Cuando piensas en lo que ocurrió este jueves, y con el mismo delincuente como autor, te entra pánico. Es horrible pensar en todo lo que ha ocurrido; un palo para todos los vecinos de la zona”, concluye Andreu.

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