Comisión extraordinaria de desembalse del Arquillo para analizar la evolución de la sequía

La Confederación Hidrográfica del Júcar convoca hoy a todos los afectados para estudiar medidas de ahorro del agua del pantano, al 16% de su capacidad.

El pantano del Arquillo, en el río Guadalaviar, está en los niveles más bajos desde 1995.
El pantano del Arquillo, en el río Guadalaviar, está en los niveles más bajos desde 1995.
Antonio García/Bykfofoto

La comisión de desembalse del pantano del Arquillo, en la que están representados todos los usuarios, se reunirá hoy con carácter extraordinario en la sede de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ) en Valencia para analizar la evolución de las reservas de la presa. El embalse, que abastece a Teruel, solo almacena 3,5 hectómetros cúbicos, el 16% de su capacidad, unos niveles que no se registraban desde 1995. La reunión, que estará encabezada por la presidenta de la CHJ, María Ángeles Ureña, supone la continuación de la celebrada hace un mes y en la que el organismo de cuenta instó al Ayuntamiento a tomar medidas para reducir el consumo de agua del pantano reforzando, como contrapartida, el bombeo desde los pozos de San Blas.

El nivel de las reservas no ha hecho más que empeorar en el último mes debido a la persistencia de la sequía y ha pasado de 3,9 a 3,5 hectómetros cúbicos. El volumen embalsado supone menos de un tercio del que había hace un año, con 12 hectómetros cúbicos. Desde la CHJ reconocen que los indicadores de sequía del Arquillo «no son nada buenos» y estarán hoy «sobre la mesa» de la comisión, que podría adoptar nuevas medidas restrictivas.

Aunque desde la CHJ no adelantaron qué iniciativas podrían adoptarse, entre las posibilidades barajadas figura rebajar la aportación de la presa al abastecimiento de la ciudad, pasando del actual 70% a un porcentaje inferior –en la comisión de octubre se acordó pasar del 80% al 70%, derivando el 30% restante a los pozos de San Blas y Caudé–.

Una portavoz del organismo de cuenta señala que las reservas del pantano garantizan «un año de abastecimiento» para la ciudad, pero añade que, ante el riesgo de empeoramiento de la situación, existe «un plan B», consistente en incrementar progresivamente la extracción de agua de los dos pozos de San Blas. Actualmente, el embalse, tras acabar la campaña de riego, solo proporciona agua para el suministro urbano y para garantizar el caudal ecológico del Guadalaviar.

También la comisión local

El concejal delegado de Medio Ambiente, Julio Esteban, adelanta que la próxima semana se reunirá también la comisión de seguimiento de la sequía del Ayuntamiento de Teruel para analizar los acuerdos de la comisión de desembalse extraordinaria y la posible adopción de medidas en el ámbito municipal.

Esteban adelantó que planteará la conveniencia de construir un nuevo pozo para el abastecimiento de la ciudad en el puerto de Escandón, donde existen reservas hídricas constatadas por los estudios hidrogeológicos de la Diputación Provincial. Esta captación quedaría en reserva para afrontar casos de extrema sequía. El principal inconveniente de esta solución es la necesidad de conectar las perforaciones con la red de suministro de la ciudad con una larga conducción de 15 kilómetros.

Los pozos de Escandón se sumarían a los existentes en San Blas, construidos por la CHJ con motivo de la sequía de 1995, que provocó el descenso del nivel del Arquillo hasta la mitad del volumen almacenado actualmente.

El concejal defenderá también la realización de un estudio del acuífero que alimenta los pozos de San Blas para conocer su funcionamiento y potencial. La investigación recabaría el apoyo del Gabinete Geológico de la Diputación Provincial.

Julio Esteban valora positivamente la respuesta ciudadana a las campañas del Ayuntamiento para concienciar sobre un uso racional del agua. Afirma que la población se muestra «más responsable» en esta materia y, por ejemplo, comunica de inmediato al Ayuntamiento las posibles fugas o escapes de agua.

El Ayuntamiento aplica también desde hace un mes el plan de sequía local, que ha empezado con el cierre de todas las fuentes públicas –salvo la del Torico por su carácter simbólico–, la supresión del baldeo de calles y la reducción de los caudales de riego en los parques públicos.

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