Más de 50 escolares de los centros rurales agrupados (Cras) del Alto Maestrazgo y de Olea, en la provincia de Teruel, participan en un innovador programa educativo medioambiental que gira en torno al cambio climático. Los niños, con edades comprendidas entre los 9 y 12 años, se van a convertir en auténticos guardianes del territorio, como así se denomina este proyecto, una actividad que se aborda desde “la perspectiva local”, según señalan los promotores: profesores y educadores de la Escuela de Actividades en la Naturaleza de Castellote.

El proyecto, que acaba de comenzar y se prolongará hasta el mes de abril del año que viene, pretende implicar a los niños en el medio ambiente y darles a conocer los cambios experimentados en los los últimos años en la naturaleza del territorio que los rodea. Para ello, se estudiarán algunas de las especies más afectadas por un incremento de temperaturas, como puede ser el sapo común, que, “como a todos los anfibios, al vivir tanto en el medio terrestre, como acuático, le afectan en mayor medida los cambios”, explicaba Javier Oquendo, educador ambiental del proyecto y responsable de la Escuela de la Naturaleza de Castellote. “No se trata de un trabajo de análisis biológico ni de conocimientos exhaustivos, sino que es un arranque que sirve de motivación para entender los posibles cambios en la naturaleza por la acción del hombre”, explicaba el naturalista.

El programa constará de una segunda parte, que comenzará la próxima semana, encaminada a mantener encuentros con las personas más ancianas de los pueblos de esta comarca turolense. “Con esta actividad se pretende conocer la percepción de los hombre y mujeres de mayor edad sobre la transformación del medio en el que han vivido”, aclaraba Oquendo. “Si antes nevaba o llovía más, si consideran que hay menos población de sapo común o de procesionaria, cuestiones que ayuden a los alumnos a comprender mejor el medio ambiente actual”, agregaba.

Javier Oquendo considera que las dos grandes novedades de este programa son la colaboración de los dos Cras, con sede en las localidades turolenses de Cantavieja y Castellote, y el trabajo en un proyecto educativo “transversal, que afecta a muchas materias”. “Se abordan cuestiones tan dispares como matemáticas y lengua, o algunas tan prácticas como elaborar compostaje”, agregaba.