Las escuelas de los pueblos se mantienen abiertas por la llegada de población inmigrante

Muchos centros cuentan con un gran número de escolares cuyos padres son extranjeros y en algunas localidades llegan a ser el total del alumnado.

Varios niños juegan en la calle aledaña al colegio en el municipio turolense de Villel.
Las escuelas de los pueblos se mantienen abiertas por la llegada de población inmigrante
Jorge Escudero

La llegada de población inmigrante a los pueblos de la provincia de Teruel ha ofrecido un rayo de esperanza en un territorio marcado por la despoblación. El aumento de la natalidad de las familias inmigrantes ha sido la salvación de algunos territorios en los que el nivel de población infantil era preocupantemente bajo. Este incremento de niños ha permitido que algunas escuelas rurales se hayan podido mantener abiertas.

Pese a la llegada de nueva población, la falta de residentes sigue siendo uno de los mayores problemas de las zonas rurales en Teruel. Las tasas reflejan una realidad desoladora para la provincia que es considerada la ‘Laponia aragonesa’. Estos datos demuestran un desierto de población también equiparable a Siberia. Este desastre demográfico aumenta al conocer el envejecimiento de los vecinos turolenses, porque el territorio es la séptima región europea con mayor proporción de habitantes de 85 o más años.

La disminución de la población unida al envejecimiento de la misma han hecho que numerosos colegios de la provincia hayan tenido que cerrar sus puertas. Según los datos facilitados por Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón, en referencia al curso pasado, cerca de la mitad de los pueblos turolenses, un 46,6%, no tienen un centro escolar activo. Es decir, según legitiman los ratios para poder mantener este servicio abierto, casi la mitad de los municipios cuentan con menos de 5 niños censados.

Los centros que aún se mantienen activos, lo hacen con un número muy limitado de alumnos en su gran mayoría. Tanto es así, que solo un 5% de los colegios superan el centenar de niños matriculados. Sarrión es una de las excepciones que confirman la regla. El municipio turolense cuenta con 118 alumnos matriculados este curso y prevé aumentar el número hasta 124 el próximo año. Según explicaba la directora del centro, Lidia Barea, cada año se registra una media de 15 alumnos nuevos.

En total, casi un 50% de los matriculados en Infantil en Sarrión son hijos de inmigrantes y en todo el centro alrededor de un 35%. "Los padres de estos alumnos proceden en su gran mayoría de Marruecos, aunque los niños han nacido en el pueblo y se han criando aquí", afirmaba la directora. "A nivel de actividad escolar y de volumen de alumnos, Sarrión es un de los puntos más importantes de la comarca", apostilló Barea.

Villel es otro claro ejemplo de un municipio que demuestra el impacto de la llegada de inmigrantes en el mantenimiento de las escuelas. La localidad cuenta este curso con 11 alumnos, procedentes en su totalidad de familias extranjeras. Este colegio ha visto reducido su alumnado después de que cinco niños se trasladarán a estudiar a la capital turolense por deseo de sus padres. Según afirmaban desde el sindicato CGT, muchos colegios, como el de esta localidad, sobreviven gracias a la población inmigrante. Desde la asociación también destacaban que esta situación permite "una escuela inclusiva" en la que se fomenta la convivencia y la integración.

Tendencia a la baja

Según los datos del Instituto Aragonés de Estadística, el número total de alumnado extranjero en los colegios públicos de la provincia de Teruel era de 2.806 en el curso 2015/2016, fecha del último informe realizado. Una cifra menor a la registrada en el curso anterior, ya que en total 113 alumnos dejaron estos centros. Estas cifras pueden resultar preocupantes, ya que el número de bajas, aunque sea en poca medida, de los centros de educación Infantil y Primaria de las zonas rurales puede tener consecuencias directas para los mismos. Como es el caso de Villel, que al contar con cinco alumnos menos puede perder una de sus dos aulas, por falta de alumnado. "Pese a que en términos porcentuales esta situación puede parecer alarmante es algo habitual. Al igual que hay alumnos que se marchan llegan otros nuevos por el trato personal en grupos más reducidos", destacaba el director del centro.

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