¿Cuándo nace su afición por sacar a la calle los gigantes y los cabezudos?

Viene de pequeño. Siempre me han gustado esos personajes. Ya de joven, empecé a llevarlos por ganarme un dinero para pagar la peña vaquillera y, una vez dentro, me enganchó este mundillo y me impliqué; acabé haciéndome cargo de la comparsa.

Muchos videojuegos, pero los chavales disfrutan como locos con estas figuras de cartón-piedra. ¿Dónde está la clave?

Salen solo unos días al año y eso hace que gigantes y cabezudos sean muy esperados. Además, los críos intervienen en la fiesta y se sienten parte de ella, escapando de los cabezudos o bien persiguiéndolos.

En los últimos cinco años se han incorporado a la comparsa cinco nuevos cabezudos y dos gigantes que representan a los Amantes de Teruel. ¿Están más de moda que nunca estas figuras?

En Teruel, al menos, sí. La ciudad fue sede la pasada primavera del Encuentro de Gigantes de Aragón y ahora, por si fuera poco, nombran a la comparsa turolense mantenedora de las fiestas. Esto supera todas nuestras expectativas.

¿Valoran las administraciones esta tradición?

El Ayuntamiento de Teruel, por supuesto. Además de que los gigantes y los cabezudos son suyos, los técnicos municipales escuchan siempre nuestras ideas y se vuelcan con ellas.

¿Y el público?

Muchísimo. El calor del público es inmenso. Nunca hemos tenido la sensación de estar paseando solos por las calles de Teruel. La gente nos espera con impaciencia mucho antes de la hora fijada y nos arropa.

¿Algún gigante o cabezudo preferido?

Saco siempre ‘La Gitana’, el que más me gusta. Pero las figuras de Isabel y Diego llaman la atención y también la del ensogado.

¿Cómo compagina la fiesta con los gigantes?

Sin problemas. Es otra forma de vivir la fiesta y me encanta.

¿Qué siente al haber sido nombrado mantenedor en nombre de la comparsa?

Es un honor. Cuando repaso la gente importante que ha obtenido esta distinción, solo pienso en poder estar a la altura.