La central de Andorra aumenta un 280% su producción pero sigue la incertidumbre

La crisis de las centrales nucleares en Francia ha hecho que se queme mucho más carbón. Los sindicatos ven esto como un acicate para reclamar la necesidad de contar con el mineral en el mix energético.

Central de Andorra
Central de Andorra

La crisis que acumula el sector del carbón en España y Aragón sigue quemando capítulos sin un fin claro, pero dejando por el camino algunas notas de esperanza para un sector que es el principal motor de empleo de varias comarcas turolenses. Después de que 2016 se cerrara como un año trágico con más de 200 empleos perdidos, al menos momentáneamente, y el cierre definitivo de la mina de interior de Ariño, el 2017 ha comenzado como un acicate tanto para la térmica de Andorra como para las minas turolenses.

La central turolense ha producido en los dos primeros meses del año 948 gigavatios-hora (GWh), un 280% más que en los mismos meses del año pasado, según los datos facilitados por Endesa. Para hacerse una idea, y aunque el 2016 fue un año malo en términos generales, lo que se ha producido hasta ahora es casi un tercio de toda la electricidad que se generó el año pasado.

El motivo de este buen momento para el carbón turolense se debe principalmente a un factor externo. Desde finales de octubre Francia se ha visto obligada a revisar una veintena de sus centrales nucleares debido a varios problemas estructurales en sus generadores de vapor. Un problema que empieza a solucionar ahora el país galo (el más dependiente en porcentaje de la energía nuclear en el mundo) pero que ha supuesto un importante contratiempo, ya que llegaba después de que ya el año pasado saliera a la luz un escándalo por la falsificación de varios controles de calidad en sus centrales gestionadas por la multinacional, también francesa, Areva.

Esta situación extraordinaria, unida a las escasas precipitaciones del invierno y por lo tanto la escasa generación de la hidroeléctrica, y también la menor producción de eólicas y otras renovables, ha cerrado el círculo para que al menos los primeros meses de 2017 hayan sido significativamente mejores para todo el sector del carbón.

Pero aún hay más razones positivas después de tantos meses de malas noticias. Esta semana los sindicatos mineros mantuvieron una primera toma de contacto con el nuevo Secretario de Estado de Energía, Daniel Navia, de la que salieron notando un “claro cambio de actitud”. “Por primera vez en varios años, hemos recibido desde el Gobierno una valoración positiva del carbón y de la necesidad de mantenerlo como parte del mix energético español”, señala Francisco Montull, representante de minería de UGT y antiguo minero de la ya cerrada mina de Mequinenza.

Según explica el representante sindical, el Gobierno ha mostrado por primera vez este talante, “después de ver cómo ante una crisis de este tipo el carbón es la única fuente flexible de energía propia que tiene España”, un criterio que los representantes de los mineros siempre han mantenido pidiendo que se cumpliera el plan del carbón vigente, que exige que al menos un 7,5% del mix energético proceda de la quema de carbón nacional, pero que nunca se ha llegado a cumplir.

La subida del precio de la luz, a pesar de que el carbón nacional está ahora más económico que el importado

Las buenas noticias para el carbón también han contribuido no obstante a la subida de precios en la factura de la luz que el pasado mes de enero notaron todos los hogares españoles. Así lo señaló el propio ministro de Industria Álvaro Nadal en su comparecencia ante el Congreso para explicar el repentino repunte de la electricidad.

Nadal achacó esta subida al mercado internacional, el alza del consumo por la ola de frío y también a que “nuestro sistema eléctrico está formado por un mix que en su mayoría son tecnologías rígidas en las que no podemos variar la producción según la demanda”. Así, el “hueco térmico” que no se puede llenar con renovables, “hay que cubrirlo con las tecnologías flexibles, el carbón y el gas, que son más caras”.

No obstante, y a pesar de esto, desde los sindicatos se señala que en los últimos meses el precio del carbón nacional está resultando más barato que el de importación, entendiendo además que una fuente de energía flexible es necesaria como complemento a las fuentes renovables, que pese a su continuo avance, siguen sin asegurar sistemas de almacenamiento de energía más allá del agua embalsada en las hidroeléctricas.

En las minas también se nota la mejora, aunque sigue la incertidumbre

Por su parte, en las minas a cielo abierto que quedan en Aragón, lideradas por Samca y que ya llevan varios años siendo las más rentables del país, estos buenos meses también se han dejado notar.

Tras el despido de varios empleados en subcontratas durante el año pasado por la escasa producción, ahora han reingresado más de 60 trabajadores, gracias en parte también a que las minas tiene asegurada la venta de carbón a Endesa hasta 2018 después de que la eléctrica y la minera turolense cerraran un acuerdo a mediados de enero. Según los datos facilitados por la DGA, la hulla vendible producida por las minas de Teruel aumentó cerca de un 50% en los últimos meses de 2016.

“La situación ha mejorado notablemente desde que se firmó el acuerdo, y se está trabajando a bastante buen ritmo. Pero el problema de fondo sigue ahí”, explica Sebastián Ruiz, representante del comité de empresa de Samca a cielo abierto, en referencia a que Endesa sigue sin clarificar si realizará las inversiones para que la central térmica de Andorra continúe con su actividad más allá de 2020.

Estas inversiones, valoradas en unos 250 millones de euros, son un requisito de la Unión Europea para todas las centrales de carbón para reducir su contaminación. Aunque en un primer momento la decisión se iba a anunciar en 2016 por el momento la eléctrica (ahora perteneciente al grupo italiano Enel) continúa sin lanzar un mensaje claro a favor o en contra de la continuidad, que también depende en buena parte de que el Gobierno Central establezca un plan para el carbón a largo plazo.

Por el momento, en España se han anunciado ya las inversiones en dos centrales. La primera en la de Carboneras, en Almería, y la segunda la de As Pontes, en Galicia. Ambas funcionan con carbón de importación, por lo que no tienen especial relevancia para las minas turolenses, cuyos trabajadores confían no obstante en que los últimos movimientos ayuden a que la central de Andorra sea actualizada para mantener así los cerca de 4.000 empleos entre directos e indirectos que genera la economía del carbón en la provincia, mientras se espera un plan de reconversión industrial que, pese a los continuos esfuerzos y fondos invertidos, a día de hoy sigue siendo inexistente.

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