¿Combinar trabajo y vacaciones?: los emprendedores eligen Teruel

Una iniciativa que promueve trasladar emprendedores al medio rural ha elegido Molinos y Oliete como dos de sus lugares de estancia.

Apadrinaunolivo.org ha recuperado 4.500 olivos en Oliete (Teruel)
Apadrinaunolivo.org ha recuperado 4.500 olivos en Oliete (Teruel)
Luis Pérez y Pérez

Imagine por un momento estar trabajando, acabar su tarea, y salir de excursión a ver las Grutas de Cristal de Molinos para, después, volver a terminar si le ha quedado algún asunto pendiente. Y todo ello, y lo más importante, sin agobios.


Durante los últimos años el auge del teletrabajo ha hecho por difuminar las líneas entre empleo y vida familiar. Cada vez hay más gente que prefiere (y puede) trabajar desde su casa para así intentar tener una mejor calidad de vida. Ahora, la última frontera en este aspecto va un paso más allá y consiste en combinar saliendo indemne -y mucho más relajado según cuentan los que lo han hecho- vacaciones y trabajo al mismo tiempo. Y ahí Teruel y su provincia se han colocado en una posición de referencia de cara a los primeros emprendedores que se quieren sumar a esta tendencia en España.


“Lo que intentamos es huir de la visión del trabajo como un agobio para insertarlo como un elemento más, combinándolo con rutas turísticas e integrando a emprendedores en las experiencias de pequeños pueblos”, cuenta Diana Moret, creadora de PandoraHub, una iniciativa que se dedica a fomentar el 'coworkation' (unión de las palabras trabajo y vacaciones en inglés) entre emprendedores en España y que este verano estuvo de viaje en Oliete y Molinos junto con un equipo de ocho startups. Y parece que les ha gustado, porque durante esta semana y la que viene volverán a Molinos otros tantos días.


“Elegimos Oliete y Molinos porque ya teníamos contacto con algunas personas que habían iniciado sus empresas en la zona y porque precisamente es en pueblos como estos donde conseguimos nuestro doble objetivo. Que el emprendedor que va pueda desconectar de la ciudad pero seguir haciendo su trabajo, y que también se rompa la brecha que existe entre pueblos y ciudades a la hora de generar y alentar nuevas ideas”, señala Moret.


Puede que al común de los trabajadores esta nueva tendencia de trabajar y estar de vacaciones al mismo tiempo le suene demasiado lejana. Moret lo entiende, y reconoce que es algo que solo pueden hacer, al menos de momento, aquellos profesionales que trabajen desde el ordenador y que solo necesiten una buena conexión a internet para funcionar. No son pocos los requisitos, pero en otros países como Estados Unidos y Australia, donde el trabajo deslocalizado lleva más años en boga, se ha formado ya un nutrido grupo de agencias y plataformas dedicadas en exclusiva a ofrecer viajes a, por ejemplo, Tailandia, en los que uno puede estar golpeando las teclas del ordenador para darse un chapuzón después.


Pero, la pregunta del millón, ¿de verdad se puede rendir trabajando de vacaciones? Astrid Baldissera es una abogada y emprendedora venezolana que este verano estuvo en Oliete y Molinos de vacaciones. Y también trabajando. “Nos marcamos en principio turnos de 4 horas de trabajo, que pueden parecer poco tiempo, pero todo el mundo estará de acuerdo en que si se trabaja de forma focalizada, una hora cunde mucho más que cuando uno está en una oficina pendiente de otras muchas cosas y con tareas que van saliendo por el camino e interrumpen el flujo de trabajo”, señala Baldissera, que es fundadora de Starting Legal, una plataforma que ofrece a las pequeñas empresas todo tipo de formularios y documentación legal a golpe de click.


¿Y qué sacan pueblos de 400 habitantes de todo esto?


Tanto en Molinos como en Oliete estos emprendedores conocieron sus entornos naturales y contactaron con otras iniciativas. Una de ellas fue Apadrina un Olivo, el proyecto que en poco más de dos años ha conseguido recuperar 4.500 de estos árboles centenarios que estaban abandonados en Oliete gracias a la custodia del territorio, un método para sacar provecho a tierras propiedad de personas que no las explotan.


En la actualidad esta iniciativa que partió como una especie de crowdfunding está consiguiendo dar empleo a 4 personas de forma continua. A finales de noviembre presentarán su almazara, con la que empezarán a comercializar aceite de los olivos recuperados de forma sostenible. “La llegada de iniciativas de este tipo nos ayuda a las personas que estamos probado a hacer cosas nuevas en los pueblos a coger ideas, y por otra parte muchas de las personas que vienen están interesadas en volver”, comenta Alberto Alfonso, responsable de Apadrina un Olivo.


“A la larga, quién sabe si las sinergias que se crean pueden dar lugar a nuevas empresas o a que alguien más se mude al pueblo”, comenta también Jorge Abril, gerente de la Asociación de Desarrollo del Maestrazgo (Adema), otra de las iniciativas que conocieron los emprendedores. Esta asociación, que como sus homólogas en otras comarcas, tiene como principal labor identificar y potenciar proyectos a los que dotar de los fondos europeos Leader, ha creado recientemente el ESDI (Escuela Social de Innovación del Maestrazgo), una iniciativa para intentar dinamizar nuevos proyectos que surjan en la zona aplicando herramientas como el crowdfunding, la custodia del territorio, o la colaboración entre empresas.


“La idea fundamental es intentar potenciar nuevas formas de dar vida al territorio, buscando la colaboración y la participación de todos los colectivos posibles”, explica Abril. Así, por ejemplo, se han realizado proyectos para la reintroducción de la trucha común en el río Guadalope tras recibir financiación de la fundación argentina Patagonia Natural o la puesta en marcha del programa 'Guardianes del Territorio', que quiere atraer cada año vía crowdfunding a jóvenes de toda España al Maestrazgo para realizar labores de conservación.


La despoblación, el problema que baja a la tierra cualquier iniciativa


“Son pequeñas victorias que se consiguen gracias a la financiación colectiva o de entidades privadas y que creemos que es el nuevo modelo que tenemos que incentivar”, señala Abril.


Y es que, a pesar de que en los pueblos de Teruel cada vez se hacen más cosas e incluso se ha convertido en un punto de reunión de estas startups, tanto Abril como Alfonso coinciden al señalar que la despoblación que ha azotado a este territorio en las últimas décadas da poco margen para maniobrar. “Si seguimos creciendo y el proyecto de venta de aceite sostenible va bien, como esperamos, nos costará encontrar mano de obra en el pueblo”, cuenta Alfonso. “Esa es la realidad que se impone sobre todas las otras, pero estamos aquí para intentar cambiarla con pequeñas iniciativas, aunque sea poco a poco”, señala Abril.

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