Calles engalanadas, emoción, nervios a flor de piel y, sobre todo, una plaza de España abarrotada como muestra de la tradición que ha ido adquiriendo, con el paso de los años, el acto con el que arrancan oficialmente las fiestas.

Si el año pasado los protagonistas fueron los motores de los coches que, en su día, corrieron por el Circuito Guadalope de la capital bajoaragonesa, en esta ocasión fue la Cooperativa Nuestra Señora de los Pueyos la que centró todas las miradas gracias a un pregón cargado de tradición. El presidente, Juan Carlos Brun, habló "un poco de todo", como él mismo dijo, para no dejar fuera a nadie.

"Muchos de vosotros sois hijos, hermanos, nietos o amigos de agricultores". Así empezó su lectura, en la que destacó que, de vez en cuando, "merece la pena mirar hacia atrás, saber de dónde venimos, para sentirnos orgullosos de ser como somos", haciendo referencia al pasado más reciente de la Cooperativa, la segunda más grande de la provincia de Teruel. En el año del 70 aniversario de la sociedad, recibió un homenaje que, sin embargo, no se esperaba. "No nos lo imaginábamos. La verdad es que al principio fue una sorpresa que nos llenó de satisfacción. La Cooperativa ha ido evolucionando y adaptándose al devenir de la sociedad alcañizana", dijo Brun, que tuvo un recuerdo para el primer presidente del colectivo, Rafael Cebrián.

Además del pregonero, las otras protagonistas fueron las siete alcañizanas proclamadas damas de Alcañiz y reinas de sus respectivas asociaciones. La novedad este año es que fueron siete, una cifra que no se alcanzaba desde hacía tiempo. La gala estuvo amenizada por la Unión Musical, por el Grupo Folclórico Malandía y por los alumnos de la escuela de baile deportivo y de competición Aloe Dance. Fue una noche "inolvidable", en palabras del alcalde, Juan Carlos Gracia, que reconoció que cada año hay "más implicación" y que, así, "es más fácil sacar adelante nuestras fiestas patronales".