Un estudio identifica 59 variedades de fruta autóctona de la sierra de Albarracín

El Centro de Tecnología Agroalimentaria planta una parcela experimental en Tramacastilla para testar los frutales catalogados y fomentar su cultivo comercial.

La sierra de Albarracín, un territorio aparentemente hostil a la fruticultura por su altura y propensión a las heladas, cuenta con 59 variedades autóctonas de fruta, según un estudio que ha llevado a cabo durante los últimos tres años el Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria (CITA), dependiente del Gobierno aragonés. Los tipos de manzanos, ciruelos y perales propios de la comarca crecen ya en una parcela experimental de Tramacastilla con el objetivo de fomentar su implantación comercial en la zona. Varios agricultores de mantuvieron una reciente reunión con responsables del CITA porque están interesados en cultivar comercialmente las frutas propias de la sierra.


La investigación del CITA quiere preservar el patrimonio frutícola de la sierra de Albarracín y aprovecharlo económicamente, siguiendo una tendencia de la fruticultura actual que apuesta por una producción de altura con el objetivo de mejorar la calidad y alargar el tiempo de cosecha. Esta nueva corriente desarrolla plantaciones en zonas altas –incluidos los Pirineos y los Alpes– para conseguir mejoras cualitativas respecto a las tierras bajas. Muy cerca de la sierra de Albarracín está en marcha uno de estos proyectos con la plantación de 50 hectáreas de manzanos en Villarquemado, a mil metros de altura y en corredor del Jiloca, una de las zonas más frías de España.


La investigadora del CITA Pilar Errea explicó que, para localizar las variedades propias de la sierra de Albarracín, se ha "prospectado" toda la comarca y se han llevado a cabo análisis moleculares para constatar la "singularidad" de las frutas. De este modo, se han identificado 19 tipos de ciruelos propios, 18 de manzanos y 22 de perales. El frío de la zona impide la proliferación de otras especies más sensibles a las heladas, como el melocotón, los cerezos o el almendro, que solo aparecen esporádicamente.


Después de un trienio de investigación, la fase actual del proyecto ‘Recuperación de recursos genéticos autóctonos, conservación y evaluación de frutales locales de la provincia de Teruel’ estudia las características organolépticas de la producción –color, olor, sabor y textura–, su productividad y la resistencia a las enfermedades. Paralelamente, el CITA intenta rentabilizar este patrimonio vegetal con su utilización en plantaciones comerciales.


Pilar Errea se reunió el pasado martes en Albarracín con varios agricultores que manifestaron su interés por llevar a cabo plantaciones con las variedades propias de la comarca. Fue una primera toma de contacto, pero evidencia, según Errea, el interés por la iniciativa.


La investigadora, que acaba de presentar las conclusiones del trabajo en Orihuela del Tremedal, señaló que la fruta característica de la sierra de Albarracín ha demostrado su buena adaptación al medio, su calidad y su singularidad. Añadió que la reimplantación de estos tipos propios de la zona servirá para "recuperar sabores olvidadas y productos gastronómicos que están en peligro de extinción" y que aportan una nota diferencial a la producción local.


Un agricultor de Orihuela del Tremedal, Juan Carlos Montón, consideró "interesante" el fomento de la fruticultura, aunque cuestionó su viabilidad debido a la "altura" de la comarca. Montón explicó que en el pueblo hay manzanos y ciruelos, pero siempre destinados al autoconsumo. Aunque la calidad puede ser alta, la rentabilidad se ve mermada por las heladas. Aclaró, no obstante, que en pueblos de menos altitud, como Torres de Albarracín, "tradicionalmente" se producían muchas manzanas, pero el cultivo "se ha perdido".

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