​De los fósiles de Galve a las icnitas del Magreb

Jesús Herrero es un apasionado de los fósiles, una afición que le ha llevado a participar en trabajos en varios yacimientos.

Afloramientos de icnitas en Marruecos.
Afloramientos de icnitas en Marruecos
Moussa Masrour

La excepcional riqueza paleontológica de Galve y los precedentes familiares han hecho de Jesús Herrero un apasionado de los fósiles, una afición que le ha llevado a participar en trabajos de protección e investigación de varios yacimientos de icnitas -pisadas fosilizadas de dinosaurio- en Marruecos de la mano de Félix Domínguez, uno de los mayores expertos en la materia. Jesús, hijo de uno de los pioneros de la paleontología turolense, el autodidacta José María Herrero, acaba de participar en la limpieza y clasificación de un yacimiento en Tendrara -localidad situada al este del país magrebí- con cientos de huellas petrificadas de saurópodos que vivieron hace 70 millones de años.


El proyecto, que se ejecutó entre finales de febrero y principios de marzo, ha permitido estudiar a fondo un enclave donde se entrecruzan tres rastros de dinosaurios, el más largo de ellos de treinta metros y con decenas de huellas perfectamente dibujadas. Jesús Herrero reconoce que su vocación por el estudio y difusión de la paleontología tiene raíces familiares y de amistad. Empezó a colaborar con Félix Domínguez cuando esté investigó los numerosos yacimientos de icnitas de Galve, localizados en gran parte gracias al trabajo desinteresado de José María Herrero. Jesús se dedica ahora a explicar este patrimonio a través de su trabajo como guía para grupos y colegios.


Desde 2006, Jesús Herrero participa también en proyectos dirigidos por Domínguez en el norte de África, donde ha viajado media docena de veces para trabajar en afloramientos de icnitas. La última expedición, a Tendrara, fue promovida por la universidad de Oujda y contó con la colaboración de los nómadas de la región, que ayudaron a limpiar y catalogar las huellas. Moussa Masrour, promotor del proyecto, recuerda que en Marruecos los yacimientos de icnitas están “amenazados por la erosión natural y sobre todo por la de los humanos”.

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