El Jiloca se resiste a perder sus masadas y ventas de carretera

Solo 150 de las 260 construcciones de hábitat disperso que había en el valle en 1750 quedan en pie. El Ayuntamiento de Calamocha quiere proteger la cultura que emanó de ellas.

La venta de Santiago, en Santa Eulalia, se mantiene en pie junto a la carretera N-234 (Sagunto-Burgos).
La venta de Santiago, en Santa Eulalia, se mantiene en pie junto a la carretera N-234 (Sagunto-Burgos).
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Cuando les cuento a mis nietos cómo vivía, alucinan: sin agua, sin luz, sin televisión... Era muy duro, pero yo no lo sentía así. Tengo nostalgia de aquella vida, del trabajo en el campo, de la calma, del contacto con la naturaleza y con los animales". Víctor Cortés, de 75 años, uno de los últimos masoveros del valle del Jiloca, recuerda así su etapa en una masada de Villalba de los Morales, una pedanía de Caminreal. En los próximos días, relatará su experiencia a los más jóvenes dentro de las jornadas que ha organizado el Ayuntamiento de Calamocha para evitar que la memoria de esta forma de vida ya extinguida se pierda.


Hasta 260 construcciones de hábitat rural disperso –masadas, caseríos, torres y ventas de carretera– situadas entre mediados del siglo XVIII y 1950 han localizado en el valle del Jiloca –desde Cella hasta la desembocadura en el Jalón, ya en la provincia de Zaragoza– Pilar Edo y Emilio Benedicto, dos investigadores del Centro de Estudios del Jiloca. Su trabajo alerta de que solo 150 de ellas quedan en pie mientras que el resto, casi la mitad, se han perdido. Ambos impartirán conferencias a alumnos de los institutos de Educación Secundaria y a la población en general sobre la importancia de este patrimonio material e inmaterial.


Edo considera "muy interesante" que estos edificios se reconstruyan y señala que ya hay algunas iniciativas para convertir en casas de turismo rural masías repartidas por Cella y Villarquemado. La investigadora destaca que las ventas, caseríos ligados al transporte y a la atención de viajeros, sin olvidar la explotación agropecuaria, podrían volver a tener un uso turístico y cultural, al encontrarse en parajes naturales de gran belleza y al lado de carreteras y caminos. Menciona que algunas de ellas pueden verse todavía a la orilla de la carretera N-234 (Sagunto-Burgos) a su paso por el valle del Jiloca.

Antiguas áreas de servicio

La comarca conserva 40 de estas ventas, la mayoría de ellas en bastante mal estado tras haberse hundido sus tejados, según explica Edo, pero alguna todavía recuperable. "La dinámica de nuestros tiempos nos lleva a promover áreas de servicio junto a las carreteras y a no tener en cuenta las antiguas ventas", lamenta Pilar Edo.


El Centro de Estudios del Jiloca apuesta por que ventas, caseríos, torres y masías se integren como elementos patrimoniales en las numerosas rutas culturales y deportivas que tiene el Jiloca, entre ellas, la red de senderos locales, la Ruta del Cid o el Camino de la Veracruz.


Las conferencias van unidas a una exposición fotográfica que puede verse en la Sala José Lapayese de Calamocha hasta el próximo día 20 de este mes y que lleva por título ‘Masada signos’. Las imágenes, 55 en total, acompañadas de textos de José Giménez, recogen elementos y detalles de distintas masías de las comarcas turolenses de Andorra-Sierra de Arcos y Gúdar-Javalambre que juntos recomponen los distintos espacios de una única masada.

"Una historia de perdedores"

El autor de las fotografías, Pedro Pérez Esteban, explica que la muestra ofrece "un relato triste" acerca de estas construcciones, pues habla del éxodo del mundo masovero a la ciudad y del abandono de estos edificios agropecuarios. "Es una historia de perdedores", señala, al tiempo que recuerda la emoción que despertó en él descubrir el "mundo de supervivencia" que representan las masías.


Pérez Esteban, turolense de nacimiento aunque afincado en Zaragoza, dedicó seis años a fotografiar estas construcciones y lamenta que algunas de ellas hayan sido destrozadas, no por el paso del tiempo y el olvido, sino por puro vandalismo. Las fotografías han sido cedidas por la sección de Archivos y Bibliotecas de la Diputación Provincial de Teruel.


La concejala de Cultura del Ayuntamiento de Calamocha, Maite Beltrán, señala que el objetivo de las actividades es "acercar a la población un modo de vida desaparecido, pero del que quedan vestigios muy interesantes". "El mundo de las masadas es parte de nuestra historia –agregó– y no podemos permitir que se pierda".

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