Tercer Milenio

En colaboración con ITA

El laboratorio de sanidad forestal de Mora de Rubielos, pionero en la lucha contra las plagas

En 1970 fue seleccionado como referente nacional para las investigaciones de procesionaria. Los tratamientos que han desarrollado sus técnicos se han exportado a toda España.

La responsable del laboratorio, al fondo, con técnicos del centro ante los microscopios.
La responsable del laboratorio, al fondo, con técnicos del centro ante los microscopios.
Jorge Escudero

La plaga de la procesionaria, tan virulenta este año que ha generado una gran alarma social, ha multiplicado el trabajo del laboratorio de sanidad forestal de Mora de Rubielos, pero también ha permitido a muchos descubrir unas instalaciones que, pese a su importante papel en el control de plagas y a su casi medio siglo de existencia, son todavía hoy unas grandes desconocidas. Arrancó en 1970 como un centro de referencia nacional en la lucha contra la procesionaria y sus investigaciones han permitido desarrollar tratamientos que han sido utilizados en toda España y que, por tanto, trascienden del ámbito turolense.


Desde que el laboratorio se creó, a raíz de un estudio promovido por la Organización Internacional de Lucha Biológica, dependiente de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura), 12.000 hectáreas de monte de Mora de Rubielos han sido utilizadas como banco de pruebas para tratar de controlar las plagas de procesionaria.


Entre cuatro localizaciones preseleccionadas en España, el organismo decidió hace 46 años centralizar en la localidad turolense el estudio sobre la evolución de este insecto dañino para las masas de pinos, en lo que respecta al área mediterránea. La gran variación de altitudes, la presencia de masas con distintas especies y pinos de diferentes edades, y en todas las orientaciones posibles, que presentaba el entorno hizo de Mora de Rubielos el lugar ideal para llevar a cabo esta investigación internacional. "Con ella ha sido posible conocer el ciclo biológico de esta especie defoliadora", puntualiza Ana Oliván, coordinadora del laboratorio.


Una de las más importantes contribuciones de este centro de referencia nacional, y el único laboratorio de sanidad forestal del Gobierno de Aragón, fue el desarrollo de un sistema de captura masiva de machos de procesionaria a través de feromonas, que pudo ayudar a mantener bajos niveles de población, y que ha servido para el estudio de los insectos. Ana Oliván explica que, en función del número de capturas, "es posible determinar la población y el nivel de desarrollo de los ejemplares". Este producto desarrollado en Mora, con la colaboración del CSIC, fue comercializado por una empresa y todavía hoy está vigente y resulta una sustancia muy válida.


Un trabajo similar permitió sacar adelante en el año 2003 un procedimiento, basado igualmente en feromonas, para realizar capturas masivas del Ips Accuminatus, un insecto perforador que producía en aquella época una gran mortandad de los pinos silvestres. La coordinadora del laboratorio dice que entonces se había tratado de controlar la plaga con cebos, "pero no resultó efectivo y cada año morían varios miles de pinos". "El nuestro, sin embargo, resultó un mecanismo muy eficaz. Fue un exitazo y se difundió por toda España", agrega.


Pero los hallazgos no son frutos de unos pocos meses. En el laboratorio, en el que trabajan cinco profesionales, se tardan a veces décadas en dar con el tratamiento adecuado que permita controlar las plagas. El del insecto perforador tardó tres años.


Ana Oliván insiste en que la labor de estas instalaciones no se centra en erradicar especies, por muy dañinas que sean. "Los insectos siempre han estado en el monte, y solo constituyen una plaga cuando se rompe el equilibrio natural y empiezan a producir daños", explica. "Por eso –agrega– no sería bueno su erradicación, sino mantener las poblaciones en un nivel adecuado para minimizar el impacto en las masas arbóreas".


La responsable del laboratorio quiere destacar que, si bien en la actualidad se ha puesto de moda el término sostenibilidad, el centro de Mora lleva años ejercitando una lucha integrada de plagas, mirando por el equilibrio del entorno natural.

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