Buscan nuevos cultivadores para que el azafrán no se extinga

?Unas jornadas populares celebradas en Monreal persiguen promocionar y dar a conocer la especia.

Un grupo de personas se afanaban ayer en esbriznar el azafrán (separar el estigma de la flor).
Un grupo de personas se afanaban ayer en esbriznar el azafrán (separar el estigma de la flor).
Jorge Escudero

En los pueblos de la comarca del Jiloca no quieren que desaparezca de sus campos el azafrán, un cultivo que en los años ochenta del siglo pasado estuvo al borde de la extinción. Actividades populares al aire libre y otras de carácter didáctico y recreativo se suceden desde mediados de octubre -aprovechando el inicio de la campaña de recolección- en Monreal del Campo por iniciativa del Museo del Azafrán. La entidad, dependiente del Ayuntamiento de la localidad, organiza desde hace doce años unas jornadas cuyo objetivo es la promoción de este cultivo tradicional.


Ayer se cerró el programa con el esbriznado de la rosa en el patio del colegio, una delicada actividad que consiste en la separación de los estigmas de la flor y que atrajo a numerosos participantes, algunos llegados de Zaragoza y de Cataluña. Entre ellos destacaba la presencia de niños, un colectivo al que los organizadores pretenden inculcar una tradición agrícola que hasta los años ochenta supuso un importante pilar económico para la comarca del Jiloca. De hecho, a principios del siglo pasado se llegaron a producir en esta zona 36.000 kilos de azafrán, más que muchos cultivos cerealísticos.


María Fuertes, responsable del área de cultura del Ayuntamiento de Monreal del Campo, señalaba la importancia de la labor de difusión de las tradiciones agrarias, en especial, las acciones dirigidas a los más pequeños. "Queremos que se conciencien sobre el interés de preservar este cultivo", explicaba. "Todos han disfrutado mucho saliendo al campo a recoger rosa y luego esbriznando, porque algunos era la primera vez que veían este producto del campo", agregó.


En la jornada de ayer disfrutó como nunca Fernando Sancho, un aficionado a la fotografía que acudió al campo a recolectar azafrán junto a su familia, procedentes de Zaragoza. "No conocía este cultivo; solo de oídas", aseguró. Pero en cuanto le invitaron unos amigos de Monreal no se lo pensó dos veces. "Ha sido una experiencia enriquecedora, que nos ha servido para conocer parte de la historia de este territorio a través del contacto directo con el campo", explicaba. "Hemos podido comprobar de primera mano -continuaba- la ardua labor del agricultor en la tarea de recoger el azafrán".


En una larga mesa cubierta de flores malva se afanaban hombres, mujeres y niños en separar las frágiles hebras de color rojo de los pétalos. Margarita Martín, la esposa de Fernando, señalaba que la actividad había resultado "relajante". "Hace duelo que se acabe". Frente a ella, Sara Bernal destacaba el interés de iniciativas como la organizada por el Museo de Monreal del Campo.

Cultivo testimonial


Monreal fue durante el siglo pasado una de las localidades de la comarca del Jiloca con mayor producción de azafrán, si bien ahora es un cultivo prácticamente testimonial. José María Martín, ya jubilado, comentaba que la campaña se prolongaba durante un mes. Seis miembros de su familia trabajaban de forma intensiva en la recolección y el esbrizne de la flor, en condiciones "de gran dureza". "Teníamos una yugada y media (8.000 m2) con azafrán y dedicábamos a esta labor agrícola de 6 de la mañana a 12 de la noche", apuntaba, tras explicar que dejó el cultivo hace 30 años "por falta de rentabilidad".


Al igual que José María Martín, muchos agricultores fueron abandonando los cultivos por la bajada de precios que se registró en el último cuarto del siglo pasado. Hace una década, entidades como el Museo del Azafrán o la Asociación de Productores, Azaji, pusieron todo su empeño en revitalizar las plantaciones con diferentes acciones. "La recuperación va muy despacio -explicaba María Fuertes-, pero hay cada vez más personas que vuelven a sembrar pequeños campos". "Aunque solo recojan 300 gramos, es ya todo un logro", admitía.

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