Vigas de acero para una ermita del siglo XVI

La actuación, con un coste de 9.000 euros, ha modificado el aspecto de la ermita de San Antonio de Padua de Armillas, del siglo XVI.

Vigas de acero para una ermita del siglo XVI
Vigas de acero para una ermita del siglo XVI
Antonio Fontenla

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La ermita de San Antonio de Padua de Armillas, del siglo XVI, ha perdido algunos de sus principales elementos arquitectónicos con la reparación de urgencia promovida por el vecindario para evitar su derrumbamiento. Las obras, costeadas con los ingresos que la población -una pedanía de Vivel del Río- recibe por el alquiler de pastos, comportaron la sustitución de la cubierta, que estaba a punto de desplomarse, con materiales y soluciones que no se corresponden con el original.


La actuación, acometida a finales de 2014 con un coste de 9.000 euros, ha modificado el aspecto interior y exterior del pequeño templo. El arco fajón decorado con estrellas de ocho puntas que soportaba el tejado ha desaparecido y, en su lugar, se ha montado una viga metálica de atraviesa el edificio transversalmente. Las dos grandes vigas de madera que reforzaban el arco también han sido eliminadas y las tejas árabes han sido sustituidas por modernas piezas metálicas de color rojo intenso.


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Un vecino de la vecina localidad de Utrillas que visitó la capilla recientemente dijo que la transformación experimentada ha “convertido una ermita en una cabaña de ganado”. La misma fuente calificó la obra como un “desaguisado” que ha destrozado el aspecto del edificio. A su juicio, no puede hablarse de restauración porque se ha modificado el templo original.


La alcaldesa pedánea, Rosa Escuín, defendió la obra realizada porque la ermita “se iba a hundir” y los vecinos decidieron intervenir con una actuación que estuviera al alcance de sus posibilidades económicas. Señaló que para reparar el tejado se gastaron los ingresos que la pedanía recibió en concepto de arriendo de pastos en los últimos nueve años. La alternativa ante la que se encontraron fue acometer la reparación urgente o resignarse a que el edificio se hundiera “con el primer temporal”. Escuín explicó que al encargar la reparación se pretendía conservar el arco que sujetaba el tejado originalmente, pero debido a su grave deterioro al empezar las obras se derrumbó. Admitió que la restauración debería haber sido más ambiciosa pero “no había dinero para más”. La alcaldesa añadió que uno de los muros del templo se ha inclinado, lo que propiciaba las filtraciones de agua y ponía en peligro la estabilidad de toda la estructura a muy corto plazo.


Rosa Escuín explicó que, ante el grave deterioro arquitectónico de la ermita, los vecinos decidieron intervenir porque es “la última ermita que sigue en pie en el pueblo de las muchas que había y es un lugar muy frecuentado”. Reconoció, no obstante, que no sabe quién es el titular del edificio. No recurrieron al Obispado de Teruel en busca de apoyo porque, según indicó la alcaldesa pedánea, si no ha mantenido la iglesia parroquial en buen estado difícilmente se ocupará de una ermita.

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