Cientos de rumanos malviven en precarios campamentos del monte de Mosqueruela

Son recolectores de robellones que venden este producto y periódicamente desaparecen por la presión policial

Uno de los campamentos desmantelados se levantó al lado de una escombrera.
Cientos de rumanos malviven en precarios campamentos del monte de Mosqueruela
Antonio García/bykofoto

La excelente campaña de setas registrada este año en los montes de Gúdar-Javalambre y Maestrazgo ha disparado la presencia de recolectores de nacionalidad rumana, que se trasladan a estos lugares lejos de su país para comercializar este producto de la tierra. Durante su estancia, malviven en insalubres campamentos en medio del bosque.


La Guardia Civil localizó esta semana desde un helicóptero cuatro puntos de acampada dispersos por los montes de Mosqueruela en los que viven miserablemente los cientos de inmigrantes rumanos llegados en las últimas semanas a la localidad para recoger setas. Los vecinos elevan a siete el número de asentamientos utilizados por unos 400 recolectores rumanos durante uno o varios días a lo largo de este otoño. 


Uno de los campamentos consistía en una chabola de poco más de metro y medio de altura construida con tablones, chapas de uralita, palés de madera y otros desechos de la construcción procedentes de la escombrera contigua. Son las 12.00 y el chamizo está desierto. Las cenizas recientes de dos hogueras y la presencia junto a la choza de una garrafa con gasóleo, algunos enseres domésticos, cojines y colchonetas tiradas por el suelo apuntan a que el lugar todavía es utilizado para pernoctar. Decenas de buitres procedentes de un antiguo basurero de las cercanías se posan tranquilamente a pocos metros de la precaria vivienda.


La presión policial de los últimos días ante el malestar vecinal derivado de la avalancha de buscadores ha provocado el levantamiento del campamento de La Fuente de la Huerta, el más poblado y que llegó a reunir a 150 personas, con 20 furgonetas y otros 10 vehículos. Un coche averiado abandonado y algunas prendas de ropa y varias botellas de plástico tiradas por tierra son los únicos restos de la presencia de los campistas.


La alcaldesa, Isabel Gil, ordenó el desmantelamiento de esta acampada ilegal sin éxito. Finalmente, la intervención de la Guardia Civil aceleró el levantamiento el pasado miércoles. Salvo en el caso del asentamiento situado junto a la escombrera, el resto han sido desmantelados y solo queda de ellos un entorno salpicado de plásticos, ropa inservible, restos de comida y algún colchón de espuma. También pueden verse tirados por los alrededores ramas arrancadas y pequeños árboles tronchados que se usaban para encender fuegos con los que calentarse y preparar la comida.No hablan español

La mayoría de los rumanos llegaron directamente de Rumanía para recoger setas. Ninguno de ellos sabe hablar español y a duras penas se entienden con los compradores. 


Una mujer rumana que vende la cosecha del día a un intermediario a las afueras del pueblo explica con los dedos de la mano que llegó a Mosqueruela hace tres días. En un castellano rudimentario afirma que están encontrado "pocas setas". La producción del monte ha caído en picado tras mes y medio de presión recolectora.


Un grupo de buscadores está formado por unas veinte personas de etnia gitana que se desplazan, hacinadas, en dos viejas furgonetas con matrícula de Rumanía. La chica más joven del equipo, ante la negativa del intermediario a comprar dos cajas de ‘babosa negra’ –una seta comestible de calidad pero muy desconocida–, ofrece esta mercancía por "5 euros" a un viandante. Ante las reticencias del peatón, se la regala. Luego se sube uno de los vehículos con el resto del grupo y parte hacia el monte en busca del sustento diario. 


Los recolectores compran los pocos productos básicos que precisan y a los que pueden acceder en las tiendas de localidad, que, en ocasiones, aceptan el trueque de robellones por mercancía del comercio.