El ábside de la catedral de Albarracín sustituye la capa de pintura gris por luminosidad y color

La última intervención cuesta 100.000 euros y la restauración integral del templo se elevará a un millón

Un grupo de turistas durante su visita a la catedral de Albarracín observa la restauración del ábside.
El ábside de la catedral de Albarracín sustituye la capa de pintura gris por luminosidad y color
a. g./b.

El ábside de la catedral de Albarracín vuelve a resplandecer tras la restauración llevada a cabo por la Fundación Santa María, que ha eliminado la capa de pintura gris del siglo XIX para aflorar la decoración aplicada en muros y techos durante el siglo XVIII, caracterizada por su luminosidad y el colorismo en algunos detalles. La actuación, presupuestada en 100.000 euros, continuará con la recuperación de las pinturas de las dos capillas laterales más cercanas al altar mayor. 


Con la fase de obras en ejecución, se habrán invertido 600.000 euros en la restauración integral del templo catedralicio. El director de la Fundación Santa María, Antonio Jiménez, explicó que otros 200.000 permitirán renovar las instalaciones eléctrica, de sonido y de iluminación y una cantidad similar permitiría rehabilitar el claustro. 


A juicio de Antonio Jiménez, el coste de la restauración de todo el monumento –poco más de un millón de euros–, es modesto. La clave está, según Jiménez, en la ejecución de los trabajos directamente por la Fundación Santa María, una entidad sin ánimo de lucro dependiente de la Administración. La fase que ha permitido redescubrir la decoración neoclásica de la capilla mayor ha sido ejecutada por el taller de restauración de la Fundación. El resultado ha sido "espectacular", según Jiménez. "Donde antes había una sensación oscura, triste y gris, ahora el aspecto es luminoso y colorista", explicó. 


Los paramentos han recuperado un luminoso color blanco, mientras que en las nervaduras del siglo XVI y, sobre todo, en torno a los óculos se despliega una decoración más compleja. Los dos ventanales circulares situados tras el altar están rodeados por unas pinturas en las que unos angelotes levantan un pesado cortinaje. Las siguientes dos ventanas en dirección a la nave están enmarcadas en una decoración vegetal.


La pintura que recubre las nervaduras góticas de la bóveda imita el aspecto del mármol y se repite en otros elementos estructurales del templo. Bajo la capa de pintura gris decimonónica que recubre los pilares afloran también motivos geométricos del siglo XVIII ejecutados al temple. Jiménez señaló que también ha aparecido decoración de hace tres siglos bajo capas de pintura plástica aplicada a las zonas bajas más propensas a las humedades.

La restauración de la nave principal refuerza el protagonismo de la última gran reforma de la catedral, en el siglo XVIII y que mantuvo la estructura del siglo XVI. Del siglo XVII es, no obstante, una de las capillas principales, la del cabildo, mientras que, junto a la portada, se conservan restos del primitivo templo del siglo XV con algunas pinturas murales.


"Todo el templo es como un gran puzle de épocas y estilos distintos", resaltó Antonio Jiménez, al repasar fases constructivas que van del siglo XV al XVIII. Mientras el conjunto catedralicio se pone a punto, las visitas turísticas no se detienen. La restauración se ha convertido en un atractivo más para el visitante.