Un encierro en medio de las dehesas

Santiago Apóstol, del 24 al 29 de julio

Los toros son los protagonistas de los dos últimos días de los festejos populares

Los novillos y los cabestros, ya en la plaza de toros, tras el tradicional encierro.
Un encierro en medio de las dehesas
D. T.

Mañana y tarde de toros. Los astados fueron los grandes protagonistas de los actos festivos de ayer en Guadalaviar, cuando el programa enfila la recta final. Tras la petición de la torta por las casas del pueblo al son de la charanga, una especie de despertador musical, sin piedad para los más noctámbulos, el encierro monopolizó la atención de los vecinos y visitantes en esta localidad enclavada en lo más alto de los Montes Universales. 


Apenas surgidas las primeras luces del día, comenzó el tradicional encierro, un acto capaz de atraer a numerosos aficionados de toda la comarca de Albarracín a Guadalaviar. Alrededor de cincuenta jinetes –muchos de ellos procedentes de la capital con sus vehículos adaptados para el transporte de equinos– acompañaron desde la ganadería de Juan Vicente Mora, en el Alto Tajo, a dos toros y ocho cabestros, por las dehesas de la Sierra, en un espectáculos bucólico apto para todo el público, que rememora la antigua costumbre del traslado de ganado bovino a los pueblos de la comarca.


A lo largo de veinte kilómetros –los que separan la zona de los pastos de las reses de la pequeña plaza de toros de Guadalaviar–, los animales fueron conducidos con destreza por los mayorales y por los jinetes que portaban picas para animar al ganado a seguir su recorrido.


Para continuar con la tradición, el paraje ‘El Soguero’ fue un lugar de reposo en medio del camino, donde astados y jinetes dejaron momentáneamente su trajín para almorzar a base de viandas de la tierra. Migas a la pastora y embutidos caseros integraron la parte principal del menú campestre. A la zona de ‘El Soguero’ acudieron numerosas personas en coches, para contemplar la escena y para sumarse al picnic.La llegada a la plaza

Uno de los momentos más vistosos fue el de la llegada de los toros a la plaza, un recinto que hace dos años cumplió su cincuenta aniversario. A través de un pasillo formado por tablones, los mozos corrieron delante de los animales.


A las seis de la tarde, cuando los rayos de sol comenzaban a decaer, la plaza fue nuevamente el escenario de una corrida de dos novillos sin picadores, un acto que, sobre todo, congregó a los vecinos de más edad. Tras la lidia de los animales, tuvo lugar una suelta de vaquillas.


La jornada concluyó con un baile durante la tarde y la noche en la plaza de la localidad, con la música del grupo ‘Pontiac’ sonando hasta altas horas de la madrugada.


Las fiestas de la localidad, dedicadas a Santiago Apóstol, finalizan hoy con un programa repleto de actos. Por unos días, Guadalaviar presenta una estampa insólita en los últimos años, con las calles abarrotadas de personas, por el regreso de muchas de las que emigraron en busca de nuevos horizontes. Las temperaturas que, en medio de dehesas y pinares, permiten un respiro del bochorno veraniego, hacen que Guadalaviar se convierta en el destino ideal para los que un día dejaron a sus familias. A más de 1.500 metros de altitud, la localidad, situada al pie de la Muela de San Juan, es un oasis de tranquilidad y frescor.


Los vecinos se reúnen hoy en la plaza para participar en la merienda de los toros lidiados la jornada anterior. Mediante un guiso tradicional, con una preparación semejante a la de los antiguos pastores trashumantes, la degustación tendrá lugar a las ocho de la tarde. Previamente, los más pequeños tendrán la oportunidad de dar sus primeros pasos en el mundo taurino, a través del espectáculo ‘Taurochiquillos’, y de disfrutar con cucañas y juegos populares.


Los festejos no podían acabar sin la entrega de premios y trofeos a los ganadores de los diferentes torneos que se han celebrado durante la semana, tales como guiñote, frontón y futbolín. Y tampoco sin el tradicional encierro de la sardina y el baile fin de fiestas, ya a media noche.