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Prisión sin fianza para el vecino de Castellote que hirió de un disparo a otro por una deuda

El juez imputa a Lázaro Aranda los cargos de homicidio en grado de tentativa y tenencia ilícita de armas

El presunto agresor, Lázaro Aranda, declaró ayer ante el juez, que dictó un auto de prisión preventiva por homicidio en grado de tentativa.
Prisión sin fianza para el vecino de Castellote que hirió de un disparo a otro por una deuda
m. m. b.

El juez de guardia de Alcañiz decretó ayer prisión sin fianza para Lázaro Aranda, el vecino de Castellote que el pasado martes disparó contra Javier Alloza, alcanzándole en el abdomen y causándole lesiones de extrema gravedad que le mantienen en la UCI del Hospital Miguel Servet de Zaragoza. Los cargos que se le imputan son homicidio en grado de tentativa y tenencia ilícita de armas, puesto que usó una pistola del calibre 38 para la que no tenía licencia.

 

El detenido llegó a los juzgados alcañizanos a las diez de la mañana, y allí pasó dos horas dando su versión de lo hechos al magistrado. Lázaro Aranda, de 50 años, declaró que la víctima le debía 8.000 euros por una serie de trabajos que había realizado en su casa y que nunca llegó a cobrar. En presencia de su abogado, Javier Notivoli, reconoció que "estaba harto" de reclamarle la deuda y de que "se burlara" de él, lo que le llevó a una situación depresiva e incluso a beber más alcohol del habitual.

 

El día de autos ambos se encontraron en el polígono industrial, donde eran vecinos de nave. Según ha podido saber este periódico, y siempre según la versión del imputado, Javier Alloza había estado allí arreglando una máquina para asar pollos y decidió quedarse a comer. El detenido explicó al juez que, cuando sobre las tres de la tarde vio el coche de Javier Alloza, "había bebido bastante". Asegura que se acercó a él para reclamarle el dinero que supuestamente le debía, pero tras un breve cruce de palabras cogió una barra de hierro (una pata de cabra, concretamente) y arremetió contra el coche. El agresor golpeó con la herramienta el parabrisas del vehículo, el techo y la ventanilla, causando daños importantes en la carrocería y asustando bastante a su conductor.

 

El ruido y los gritos hicieron salir a la calle a la esposa del agredido, iniciándose entonces un cara a cara entre esta y el agresor. Javier Alloza contó ayer al juez que, mientras discutía con la mujer, su marido se metió en su nave y salió con otra pata de cabra. El detenido dice que decidió salir huyendo en su furgoneta, pero que fue alcanzado por Javier Alloza. En ese momento, cogió la pistola que llevaba en la guantera y se la enseñó a la víctima con la intención de intimidarle. Sin embargo, el imputado declaró ante el juez que Alloza se encaró con él -que seguía al volante de la furgoneta- y le dijo que no se atrevería a disparar. Siempre según la versión del detenido, bajó la mano y disparó al suelo "con la única intención de asustarle". Sin embargo, la víctima recibió un impacto de bala en el estómago.

 

Según ha podido saber este periódico, Lázaro Aranda reveló al juez que se deshizo de la vaina de la bala con la que disparo a la víctima tirándola a un tejado. A continuación, se trasladó al camping del municipio, y ocultó la pistola en una de las porterías de un futbolín. Cuando el magistrado le preguntó por la procedencia del arma de fuego, este explicó que se la había encontrado hacía un año y que aquel día la llevaba en la furgoneta porque iba a probarla.

 

El arrestado contó al juez que cuando supo que Javier Alloza se encontraba grave y que había venido un helicóptero del 112 para trasladarlo de urgencia a Zaragoza, decidió acudir al lugar de los hechos y entregarse a la Guardia Civil. Una vez allí, indicó a los agentes donde había ocultado la pistola.

 

Tras el interrogatorio, el detenido fue trasladado a la prisión de Teruel, donde permanecerá hasta la celebración del juicio. En caso de que la víctima falleciese, los cargos serían como mínimo, de homicidio consumado, por lo que el agresor se enfrentaría a una pena de entre 10 y 15 años.