TERUEL

Desconcierto vecinal en Orihuela del Tremedal sobre la potabilidad del agua

Mientras el Salud considera que el agua no es potable, el Ayuntamiento sostiene que es apta para el consumo y estudia denunciar a la DGA por "manchar la imagen" del pueblo.

Los 580 vecinos de Orihuela del Tremedal están desconcertados ante las posturas diametralmente opuestas de la DGA y el Ayuntamiento sobre la calidad del agua de boca. Mientras el Salud advierte de que, según sus análisis, el agua de los grifos no es apta para el consumo, el Consistorio asegura que los controles realizados por la empresa que supervisa el suministro demuestran que es perfectamente potable. La situación ha provocado que parte de la población se haya pasado al agua embotellada, aunque la mayoría sigue bebiendo del grifo.


El alcalde, el parista Rafael Samper, advirtió de que el Ayuntamiento estudia adoptar medidas legales contra el Departamento de Salud por considerar que, con su anuncio de que el agua de la localidad no es potable, "ha manchado el buen nombre del pueblo sin motivos". Samper acusó al Gobierno aragonés de haber cometido "un error" en la toma de muestras. Otra posibilidad barajada por el alcalde es que la actitud del Salud tenga "motivaciones políticas". Afirmó que, "si el Ayuntamiento hubiera estado gobernado por el PSOE, la actitud de la DGA hubiera sido distinta".


Por su parte, desde el Departamento de Salud se ratificaron en que los análisis del agua de Orihuela "arrojan unos parámetros que no son aptos para el consumo". La misma fuente añadió que el Ayuntamiento es conocedor desde hace tiempo de los problemas de potabilidad del suministro doméstico. El Gobierno aragonés, que atribuye el problema a una deficiente cloración, tomó ayer nuevas muestras cuyos resultados se conocerán, previsiblemente, mañana jueves.


Las posiciones contradictorias de las dos administraciones se han trasladado al vecindario. Una mujer explicó que ha dejado de beber agua del grifo y ha optado por la embotellada. A su juicio, el problema de pérdida de calidad se arrastra desde hace meses y "el alcalde debería haber puesto medios para solucionarlo". La vecina agregó que con personas mayores, enfermos o niños el agua embotellada es imprescindible.


Otra mujer señaló que solo bebe agua embotellada desde hace diez días, cuando se enteró, casualmente, "en el centro de salud del pueblo de que había problemas de potabilidad". Aunque no le consta que haya habido ninguna afección para la salud derivada de esta situación, se mostró partidaria del agua envasada "por precaución".


Una postura totalmente opuesta es la de un vecino que aseguró que el agua de Orihuela "es excelente; no hay otra igual". Él continúa bebiendo del grifo con toda tranquilidad, porque tiene "el mismo sabor, color y olor que siempre, muy buenos". Una vecina indicó que en su casa todos siguen consumiendo el agua de la red. A su juicio, la DGA, con su advertencia sobre la mala calidad del suministro doméstico, "solo quiere meter mal".


En la escuela tampoco se ha prohibido el consumo de agua del grifo a los niños. Como dice una profesora: "La DGA y el Ayuntamiento dicen cosas totalmente opuestas y no sabemos cuál es la correcta". Por si acaso, algunos niños aparecieron ayer en clase con botellas de agua mineral, y las dos tiendas del pueblo han experimentado un sensible aumento de las ventas de este producto.


Los análisis de la empresa que controla la calidad del agua del pueblo, Sastesa -dependiente de la Diputación Provincial-, avalan la postura municipal. Las cinco muestras analizadas en octubre resultaron aptas para el consumo humano. Sastesa se encarga de la supervisión, aunque desde el pasado mayo no potabiliza el agua del pueblo al optar el Ayuntamiento por instalar por su cuenta un dispositivo de cloración con una subvención del Instituto Aragonés del Agua. El alcalde admitió que en verano se dejó de clorar el agua "por unas obras", pero aseguró que, ni siquiera entonces, se perdió la potabilidad.


La advertencia de la DGA sobre el agua afecta a distintos aspectos de la vida local. El pasado lunes técnicos del Salud visitaron los establecimientos hosteleros y al panadero para ordenar la "suspensión cautelar de la actividad de comidas preparadas", una medida que deberán mantener "hasta que se garantice la aptitud del agua para el consumo humano".


Un hostelero, Severiano González, señaló que esta situación supone un importante contratiempo para su restaurante, que no puede elaborar tapas o bocadillos que conlleven el uso de la cocina. Además, debe servir las bebidas en vasos de plástico desechables. El empresario declaró sentirse "engañado" por el hecho de que, ante un problema "que se arrastra desde el verano, no hayan avisado hasta el lunes".