TERUEL

Carreteras secundarias del Jiloca, un "infierno" junto a la autovía

Los ayuntamientos de la zona piden la mejora de la red viaria de la provincia para poder beneficiarse del desarrollo económico que genera el recién inaugurado Eje Mudéjar

Es como ir volando y aterrizar de repente en un camino pedregoso. A ambos lados de la autovía Mudéjar a su paso por el Jiloca las carreteras se tornan estrechas, sin marcas viales y con el firme parcheado como la rueda de una bici vieja. Es lo que ocurre nada más dejar la salida hacia Ferreruela o hacia Burbáguena. En unos segundos, el velocímetro del coche pasa de marcar 120 a 50 kilómetros por hora.


La autovía Teruel-Zaragoza, terminada de construir a primeros de año tras una larga década de obras, ha supuesto una espectacular mejora de las comunicaciones en la zona del Jiloca. Sin embargo, a su lado han quedado maltrechas varias carreteras secundarias, que, ya bastante deterioradas inicialmente, tuvieron que soportar durante meses el paso diario de decenas de camiones cargados con áridos para la construcción del Eje.


"Toda la zahorra se metió por aquí y la carretera está reventada", afirmó esta semana el alcalde de Ferreruela, Mariano Marzo. Él y otros alcaldes reclaman que la red viaria secundaria del Jiloca sea mejorada para que los pueblos puedan beneficiarse del desarrollo que está creando la autovía. También Chunta Aragonesista ha llamado la atención sobre el deterioro de estas vías a través de un comunicado.


En Barrachina, a unos 20 kilómetros de Ferreruela y también al lado de la autovía, el alcalde, Antonio Zabal, aclara que las carreteras de esa zona "ya estaban mal, pero solo faltaron los camiones con materiales para la autovía y para el embalse de Lechago para terminar de agravar la situación. Ahora están completamente devoradas".


Zabal relata que el firme de la carretera que lleva a Barrachina (176 habitantes) está tan mal "que en cuanto caen cuatro gotas, la gente resbala y se sale de la calzada con su coche o con su moto". Añade que la carretera no mide más de tres metros de ancho, por lo que los camiones tienen problemas al cruzarse con otros. "Los que vivimos aquí sabemos cómo circular, pero los veraneantes jóvenes, con sus coches tuneados, acaban en las cunetas", añadió el alcalde.


Todo en camión-tienda


Ambos ediles tienen claro que las comunicaciones lo son todo en los municipios pequeños. En Ferreruela, un pueblo con 87 vecinos censados y eminentemente agrícola, todo llega a diario en camión-tienda, desde el pan, el pescado, la carne y la fruta, a los productos textiles. Como no hay farmacia, también los medicamentos llegan periódicamente en un coche.


Antiguamente, era el ferrocarril el medio de transporte más utilizado en el Jiloca, pero la carretera fue restándole protagonismo. En la actualidad, el Gobierno aragonés estudia cómo suprimir paradas de tren en esta zona para acortar el viaje entre Teruel y Zaragoza y hacerlo así más competitivo, por lo que las carreteras resultan cada vez más esenciales.


Los primeros efectos de la autovía ya se empiezan a notar. Una empresa de carrocerías ha mostrado su interés por instalarse en Ferreruela y ya se está construyendo un área de servicio, con gasolinera, bar y restaurante, junto al eje Mudéjar, en este mismo término municipal.


Pero además de industrias, Ferreruela y otros municipios quieren atraer turismo, en una época en la que la agricultura -hasta ahora actividad económica predominante- sufre una grave crisis. "Estas zonas son vírgenes, están por explotar. Las personas, cuando se hacen mayores, buscan tranquilidad y aquí tenemos mucha. La gente 'pasa' ya del Pirineo porque está saturado y busca lugares distintos", explicó Mariano Marzo.


Y es que la autovía ha abierto nuevas miras a la población del Jiloca. "Antes, hora y media para ir a Zaragoza; ahora, cuarenta minutos. Antes, a 11 kilómetros de la carretera General, nos sentíamos en el fin del mundo; ahora estamos en la yema del huevo", afirma Marzo.