La corrida de Passanha arruina el primer festejo de la Feria del Ángel

Leonardo Hernández y Léa Vicent cortan sendas orejas muy benévolas.

Leonardo Hernández, en un momento de su actuación en el segundo de la tarde.
Leonardo Hernández, en un momento de su actuación en el segundo de la tarde.
Jorge Escudero

Los seis toros de la ganadería portuguesa de Passanha, de bonitas y finas hechuras, se dejaron en el campo su casta, su raza y sus pitones. Soporífero resultó el juego de todos ellos. Si tuviéramos que salvar alguno, este sería el lidiado en cuarto lugar. Al barbero se le fue el serrucho y algún toro le faltó poco para venir a Teruel sin alguna oreja.

El rejoneador portugués Rui Fernándes pasó en falso en demasiadas ocasiones en la lidia de sus dos toros. Estuvo vulgar con los rejones de castigo y tampoco destaco con las banderillas. Con los de muerte se enredó en los dos y en el cuarto también con el descabello, necesitando de cinco intentos para terminar con el animal. Salió a saludar en su primero por su cuenta y se silenció su labor en el cuarto.

Leonardo Hernández tampoco tuvo suerte en el recibo de su primero. Lo mejor de su actuación y de la tarde fueron tres banderillas quebrando en el centro del ruedo a este primero de su lote. Sonaron algunas palmas. En el quinto estuvo cirquense. Saltos del caballo, galopadas de punta a punta del ruedo para frenar antes de estamparse contra las tablas con el beneplácito de un público festero y la ovación unánime cuando intento ponerle al toro el sombrero que él llevaba. Cosa que no consiguió, pues el toro tenía más cabeza que él. Por esto le concedieron una oreja.

Aquí siempre se reirán de nosotros. Lo vengo diciendo hace muchos años, aunque ya se que predicar en desierto es sermón perdido. Lo realizado este domingo por Léa Vicent es una falta total de respeto hacía el público, pero claro, mientras este se lo admita hace bien. No se le ocurrió otra cosa que poner hacer aguas menores a su caballo en el tercero de la tarde. Al animalito lo debieron de tener reteniendo todo el día, pues  micción fue de larga duración, además premiada con la mayor ovación de la tarde. Ya está todo dicho. Luego, si se nos ríen y nos tratan de pueblerinos, la culpa es solo nuestra.

Lo volvió a intentar con el mismo caballo en el último de la tarde pero al animalito ya no le quedaba combustible y tampoco hizo tanta gracia. ¿Por que no hace usted eso en Madrid? Cuando vaya la próxima vez a las Ventas monte usted el numerito. Lo de clavar el rejón de muerte situando el caballo en los cuartos traseros del toro no lo había visto nunca, y empujar al toro para tirarlo con los pechos del caballo tampoco. También le dieron una oreja por tan lamentable espectáculo. A partir de este lunes, me voy a tomar muy en serio esto del arte del rejoneo. Con estas demostraciones tan grotescas lo normal es que se llamen Festejo Ecuestre.

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