Un estudio aconseja proteger los puentes antiguos para potenciar su atractivo turístico

Debido a la compleja orografía, hay en la provincia más de 60 ejemplos, no todos bien conservados. El Museo de Carreteras tendrá pronto una sección dedicada a estas infraestructuras de piedra.

Mosqueruela. El puente de las Maravillas, entre Mosqueruela y Vistabella del Maestrazgo (Castellón), es uno de los grandes desconocidos pese a sus considerables dimensiones. De perfil alomado, responde a la tipología medieval.
Mosqueruela. El puente de las Maravillas, entre Mosqueruela y Vistabella del Maestrazgo (Castellón), es uno de los grandes desconocidos pese a sus considerables dimensiones. De perfil alomado, responde a la tipología medieval.

Son símbolos de los pueblos en los que se encuentran, pero no siempre están valorados correctamente. Los puentes de piedra hechos por canteros y albañiles del lugar antes de que a mediados del siglo XIX el Estado empezara a construir carreteras y con ellas infraestructuras de gran envergadura para salvar los ríos, son un patrimonio arquitectónico muy importante en la provincia de Teruel que, sin embargo, merecen más atención de la que se les presta.

A esta conclusión, al menos, ha llegado el ingeniero de Teruel Carlos Casas, quien tras un primer inventario y estudio de gran parte de los puentes que hay repartidos por la provincia, destaca que estas construcciones, muy abundantes en Teruel debido a la complicada orografía del terreno, deberían ser catalogadas como Bien de Interés Cultural (BIC) para evitar su deterioro y potenciar su atractivo turístico.

Tal es su importancia, que el museo que el Centro de Conservación de Carreteras del Ministerio de Fomento abrió en la capital turolense a finales del año pasado contará en breve con una sección dedicada a los puentes ‘sin ingeniero’ –como se conoce a estas obras de arquitectura popular en contraposición a las realizadas en los siglos XIX y XX por profesionales formados en la Universidad– que existen por toda la provincia y que suman alrededor de 60.

Puente de Mirambel. El puente de Ronda, en Mirambel, sobre un desfiladero, es otra de las joyas que esconde la provincia de Teruel. Consta de un arco apuntado y es probablemente uno de los más antiguos del territorio.

Mirambel

Uno de los más antiguos es el que salva el río Matarraña en Valderrobres, probablemente construido entre finales del siglo XIV y principios del XV, lo mismo que las murallas con las que se comunica, levantadas en torno a 1390. Si este puente supone un ejemplo de valorización y conservación por parte del municipio, al igual que ocurre con los de Miravete de la Sierra, Fortanete o Mora de Rubielos, no ocurre lo mismo en otras construcciones.

Según Casas, a algunos puentes se les han añadido, en época actual, tuberías visibles desde cualquier punto de mira, antiestéticos postes de luz o farolas que desentonan con el tipo de construcción. Otros están "comidos" por la vegetación mientras que en otros se han llevado a cabo reparaciones, en ocasiones la colocación de una viga de hormigón, "que desmerecen" el aspecto de la infraestructura. Estribos u otros elementos constructivos que permanecen rotos durante décadas es otro de los síntomas del "olvido" en el que ha caído este patrimonio histórico y artístico en gran parte de la provincia turolense.

La cuenca del Guadalope, la más caudalosa en la provincia de Teruel, es, a la par y lógicamente, la que mayor número de puentes tiene. Hay en ella ejemplos destacados, como el de Castelserás, que presenta la peculiaridad de tener capillas a lo largo del mismo. El puente Viejo de Alcañiz, muy reformado a lo largo de los siglos, es uno de los de mayor tamaño.

Puente de Albalate del Arzobispo. El puente de Albalate del Arzobispo, sobre el río Martín, hecho con sillería y pilas muy gruesas, tiene añadidos que le restan gran parte de su belleza. Junto a las barandillas hay biondas y los postes de luz no encajan.

Albalate

"Son obras de arte; un patrimonio cultural de primer orden", destaca Casas, quien añade que los ayuntamientos deberían "concienciarse" de la importancia de estos monumentos. El ingeniero explica que su trabajo, que constituirá un capítulo de un libro sobre las carreteras turolenses aún no publicado, solo quiere ser "una llamada de atención" para contribuir a la conservación de los puentes que, por otro lado, pueden ser un recurso turístico muy interesante.

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