Fomento renueva el firme de 15 kilómetros de la A-23 que se ha degradado de forma prematura

El pavimento se deterioró anticipadamente por el uso de unos áridos que se descomponen con la sal.

La A-23 registra un intenso tráfico de vehículos pesados.
La A-23 a su paso por Teruel.
Antonio García/Bykofoto

El Ministerio de Fomento renovará el pavimento en los 15 kilómetros del tramo de la autovía A-23 comprendido entre la salidas norte de Teruel y Formiche para solucionar el grave deterioro que presenta el firme, que se ha degradado de forma prematura por el uso de áridos inadecuados para el duro invierno turolense. Aunque cuando se ejecutó la obra, la grava utilizada en la capa de rodadura cumplía los requisitos técnicos, con el tiempo se ha constatado su descomposición química al reaccionar con la sal utilizada para disolver el hielo.

La mejora, que costará 7,6 millones de euros, se suma a la ya efectuada entre Formiche y Sarrión de otros 5,9 millones. Todavía quedará pendiente de renovar el tramo entre Barracas (Castellón) y Sarrión. La autovía Mudéjar o A-23 utilizó otro tipo de grava en el siguiente proyecto de ejecución dentro de la provincia, el Teruel-Santa Eulalia, con lo que su deterioro es más lento.

La renovación de la capa de rodadura se prolongará durante 24 meses, según las bases de la licitación. El trabajo empezará con una labor de fresado para retirar una primera capa del pavimento de seis centímetros para su sustitución por otra con más garantías. La mejora alcanzará también a la vía de servicio paralela a la A-23 entre Teruel y Formiche y que coincide en parte con la antigua N-234. Las empresas interesadas deberán presentar sus ofertas antes del 7 de mayo de 2018 y la apertura de las proposiciones se realizará el 29 del mismo mes.

Si bien las capas de rodadura se desgastan habitualmente hasta precisar de su renovación en periodos de unos 14 años, en este caso la sustitución se adelantará debido a la degradación prematura. Los primeros síntomas de agotamiento aparecieron en forma de grietas en 2011, cinco años después de acabada la obra. La A-23 es, debido a su gran altitud –1.200 metros en el puerto de Escandón–, muy propensa a la aparición de hielo y a la consiguiente aplicación de sal para su disolución.

El mismo inconveniente afecta a la Vía Perimetral de la capital turolense, que también tendrá que renovar su pavimento, desgastado y agrietado, con una inversión de 647.612 euros. En ambas infraestructuras –la circunvalación de Teruel y la A-23– la grava procede de la misma cantera, una explotación de la comarca de Gúdar-Javalambre actualmente cerrada.

Desde la Asociación Provincial de Transporte por Carretera han señalado que el acelerado deterioro de la A-23 entre Teruel y el límite con la provincia de Castellón genera problemas a los transportistas. Una fuente de esa organización patronal ha indicado que existen costes añadidos por el desgaste extra de los neumáticos y de los propios vehículos y por una prolongación de los desplazamientos, que tienen que hacerse a menor velocidad que si el pavimento estuviera en perfectas condiciones.

Un camionero usuario habitual de la autovía entre Teruel y Levante ha comentado que las consecuencias más evidentes del desgaste acelerado de la carretera son «el firme irregular y la existencia de baches». La patronal del transporte ha explicado que el agarre de los neumáticos es peor debido a la irregularidad de la calzada, lo que también dispara el consumo de combustible.

Una portavoz de la Asociación de Transporte ha aclarado, no obstante, que el problema de aquaplaning que presentaba la autovía A-23 desde su entrada en servicio entre Escandón y el límite con Castellón «se ha resuelto». Los camioneros se quejaban de que, en caso de lluvia, el deficiente drenaje de la carretera mermaba la adherencia de los vehículos con el consiguiente riesgo añadido de accidente.


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