Los actores, en una nube tras recibir la ovación del público

Los actores, en una nube tras recibir la ovación del público
Los actores, en una nube tras recibir la ovación del público
Antonio García/Bykofoto

Los protagonistas absolutos de las Bodas de Isabel de 2018, los actores encargados de interpretar a Diego e Isabel –Pablo Porto e Iris Latorre–, no encontraban este domingo palabras para describir las sensaciones que les invadían al terminar con éxito su cometido. Los dos jóvenes intérpretes fueron recibidos con una sonora ovación por el público cuando, para despedirse, salieron a saludar desde el balcón del Seminario. Los más entusiastas hasta corearon "¡guapa, guapa!" con la aparición de Iris en la balconada.

La actriz, que no pudo contener las lágrimas al terminar su papel, dijo que haber encarnado a Isabel de Segura fue "un sueño cumplido". La joven se mostró incapaz de describir "con palabras" los sentimientos que la embargaban tras haber disfrutado de la "mejor experiencia" de su vida.

Explicó que su momento más apurado durante la dramatización de la leyenda amantista fue cuando, este domingo, tras interpretar la muerte de la Amante, escuchó los tambores que sonaban a su alrededor. "Estuve a punto de derrumbarme", explicó. El momento más intenso fue durante la escena del sábado, en la que le niega a Diego de Marcilla el beso que este le pide con vehemencia. El corazón de la Amante oscila entre el deseo que le empuja a acceder y la razón que le ordena rechazar tal posibilidad, como mujer recién casada.

Iris Latorre destacó, como la parte más reconfortante de su papel, el apoyo mutuo con el resto de actores del reparto de las Bodas y los ánimos que recibió "entre bambalinas" de un elenco formado por un centenar de intérpretes, todos ellos aficionados.

Pablo Porto, el actor que ha inyectado vida y pasión al personaje de Diego de Marcilla, calificó de "increíble" la experiencia vivida durante el fin de semana. Al terminar al obra, entre felicitaciones y saludos del público, dijo sentirse "en una nube". La euforia invadía al joven turolense, que se declaró "orgulloso, feliz y muy a gusto".

Porto no escatimó alabanzas hacía su pareja de reparto, Iris Latorre, a quien definió como "una maravilla de compañera". "Hemos vivido la representación muy intensa y apasionadamente", recalcó.

Su situación más comprometida la experimentó con la irrupción de su personaje en la plaza del Seminario cuando, según la tradición, regresa al cabo de 5 años de ausencia en busca de la mano de su amada. Le costó hablar y respirar a la vez por el "agobio" del momento. Luego se fue "creciendo" y la interpretación discurrió con fluidez hasta el final.

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