El Mosaico Romano de Calanda, pieza estrella del Museo Provincial, recupera su color

Los restauradores han limpiado, una a una, los casi 2 millones de teselas de la obra, en la que aparece fauna africana

Pilar Punter -restauradora- Juan Carlos Gracia Suso -diputado del Museo- y Jaime Vicente -director del museo-, junto al mosaico restaurado.
Pilar Punter -restauradora- Juan Carlos Gracia Suso -diputado del Museo- y Jaime Vicente -director del museo-, junto al mosaico restaurado.
Javier Escriche

Una de las obras más importantes de cuantas se exponen en el Museo Provincial de Teruel, el Mosaico Romano de Calanda, ha recuperado su colorido tras dos meses y medio de trabajos de restauración en los que se han limpiado, una a una, los casi dos millones de teselas que componen esta obra de más de cuatro metros de ancho por 15 de largo.

La intervención, "imprescindible", según ha destacado este martes el director del museo, Jaime Vicente, ha sido posible gracias a una partida de 35.000 euros del Fondo de Inversiones de Teruel, el Fite, correspondiente a 2016. El paso del tiempo y la aplicación en su día de una capa de barniz ahora oxidada habían amarilleado la superficie. Además, fue necesario sanear las juntas de unión entre los diferentes fragmentos en los que se dividió el mosaico para su arranque del campo de labor en el que fue hallado en la década de los 60 del siglo XX.

Por último, ha sido posible incorporar algunos trozos del mosaico que permanecían almacenados, de manera que ahora se expone, prácticamente, la totalidad de la obra. "Estamos muy satisfechos con el resultado de la restauración", ha subrayado Jaime Vicente, quien da las gracias a la empresa restauradora, Artyco, "por su gran profesionalidad".

La restauradora del Museo Provincial, Pilar Punter, explica que el objetivo de este centro cultural respecto al Mosaico Romano de Calanda ha sido siempre "poner de manifiesto toda su luminosidad y cromatismo", ocultos y empañados por haber permanecido la obra enterrada durante siglos. Esta última intervención ha servido también para eliminar todo aquello fruto de la "invención" de anteriores procesos rehabilitadores.

Aristocracia latifundista

El mosaico cubría el suelo de una villa romana del siglo IV después de Cristo que pertenecería a alguna familia de la aristocracia latifundista de la época. La suntuosa residencia estaría rodeada de una extensa explotación agraria. Cuando fue hallado este artístico pavimento, solo se excavaron tres estancias de la casa y no sería extraño que en la zona existieran restos de otros mosaicos. Sin embargo, como explicó Punter, ya se intentó hace algunos años averiguar si la tierra de Calanda podría esconder nuevas superficies de teselas y ello resultó imposible por el allanamiento constante a que han sido sometidos estos terrenos de cultivo. De hecho, no se lograron detectar restos bien conservados, aclaró la restauradora del Museo Provincial.

Una de las peculiaridades del Mosaico de Calanda es su topografía. Las teselas se extienden también por los dos peldaños que separaban dos de las habitaciones, algo poco habitual en obras de este tipo. Esta adaptación responde, según Jaime Vicente, a la existencia de un sistema de calefacción, que funcionaría con aire caliente, que fue encontrado bajo el pavimento. A juicio del director del Museo, esta forma de dar confortabilidad a la casa contribuyó, a la postre, a la degradación del mosaico.

Otra de las particularidades es que una de las estancias, la que haría las veces de comedor o ‘stibadium’ tiene forma semicircular. Si en ella el mosaico presenta una decoración geométrica y floral con múltiples cenefas, en la habitación contigua, la de mayores dimensiones, aparecen seis recuadros con representaciones de animales, algunos de ellos, como la pantera, el león y el leopardo, propios del norte de África. Hay también un caballo, un jabalí y una mula. Todos ellos hablarían, en opinión de Punter, "del carácter cazador del propietario de la villa". Aún hay una tercera estancia, más pequeña y de forma rectangular, en la que las teselas dibujan trenzados y roleos afrontados.

El diputado delegado del Museo de Teruel en la Diputación Provincial (DPT), Juan Carlos Gracia Suso, expresó su "orgullo" por el resultado final de la restauración, que ha devuelto al mosaico, un vestigio de indudable valor histórico y cultural, su cromatismo. "Tuvimos suerte al encontrar este pavimento de teselas; a veces, no se detectan y se pierden huellas del pasado muy importantes", dijo.

Un agricultor lo encontró por casualidad en 1964

El hallazgo del Mosaico de Calanda tuvo lugar de manera casual en enero de 1964, cuando Antonio Bielsa Alegre realizaba trabajos de acondicionamiento en un bancal de su huerta, situada a dos kilómetros de Calanda por la carretera que conduce a Zaragoza. El agricultor informó inmediatamente del descubrimiento, rescatando para la posteridad un fragmento de la época tardía del Imperio Romano en la provincia de Teruel.

Las labores agrarias se paralizaron y se hizo cargo de la gestión del mosaico la entonces directora del Museo Provincial de Teruel, Purificación Atrián, junto con otros técnicos. Las excavaciones que se realizaron en las semanas siguientes constataron que se trataba de pavimentos policromados de ‘opus tesselatum’ de tres estancias de una villa romana profusamente decorados con variados motivos geométricos y figurativos –vegetales y animales–. En agosto de aquel año se levantaron los mosaicos. Tras una pequeña exposición temporal en Calanda en octubre de 1965 para mostrar tan singular hallazgo en el lugar de procedencia, las piezas se trasladaron al Museo Provincial.

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