Olba: un huerto ecológico en la escuela

El colegio de la pequeña localidad de la comarca de Gúdar resiste con un innovador método pedagógico recientemente premiado a nivel nacional.

La profesora Delfi Ruiz con algunos de los escolares de Olba.
La profesora Delfi Ruiz con algunos de los escolares de Olba.
M.N

La tendencia de cierre de escuelas en el mundo rural turolense tiene su contrapunto en la localidad de Olba, un pequeño municipio de 230 habitantes cuyo colegio resiste contra viento y marea gracias, en parte, a un innovador sistema pedagógico que ha recibido un premio nacional como colofón a un año de importantes actividades escolares. El galardón, el primero en la categoría de Educación Primaria que concedió la Asociación Vida Sana y la Fundación Triodos, fue el resultado de cinco años de trabajo colectivo. El centro, que cuenta con 27 alumnos, lo recibió por su proyecto de huerto ecológico y por el fomento de una escuela abierta.

Todo comenzó poco después de que  la profesora Delfi Ruiz se trasladase desde el País Vasco a Olba para hacerse cargo de la escuela del municipio, hace treinta años. Llegaba a la provincia de Teruel con ideas nuevas, incubadas en el seno de las técnicas de enseñanzas más alternativas, entre ellas el movimiento pedagógico Freinet, que propugna una escuela viva y que las aulas sean una continuación de la vida real de un pueblo. "Buscaba que la escuela fuera algo vivo y en un colegio del mundo rural el camino más lógico para lograrlo era un huerto", explicaba la profesora.

Su proyecto, interrumpido durante varios años por el cambio constante del profesorado interino, experimentó un fuerte impulso hace 5 con la llegada de varias familias que se mostraron dispuestas a participar en la iniciativa, colaborando activamente en un huerto ecológico. Esto permitió la implicación de los niños, sus padres y los vecinos en una actividad que ha comenzado a crecer con la cesión los últimos años de nuevos solares en desuso para ampliar los cultivos.

"El huerto fue como una puerta abierta a la vida real, el eje central del proyecto de innovación que llevamos a cabo y que fomenta una escuela abierta", explicaba Delfi Ruiz. Además de instruirse los menores en la forma de cuidar su entorno y alimentación, el huerto ecológico se ha convertido en el mecanismo para impartir todas las materias del programa curricular. "No solo aprenden asignaturas relacionadas con ciencias naturales –asegura la profesora–, los niños asimilan conocimientos de matemáticas o sociales estudiando el origen de los cultivos o calculando su superficie, pero también trabajamos materias muy importantes para la educación en valores, como son las emociones".

El huerto de Marina, bautizado así en memoria de una alumna que falleció con diez años y parte de cuyas cenizas reposan en la tierra, permite, incluso, el contacto de los menores con la vida real. Las hortalizas y frutas que recolectan, así como los productos agroalimentarios procesados en pequeños talleres de cocina se venden en mercadillos y con el dinero obtenido se realizan viajes extraescolares o se reinvierten en los cultivos.

El proyecto ha tenido su reconocimiento social con el premio recibido el pasado mes de noviembre, un galardón dotado con mil euros, recibido en la Casa Encendida de Madrid, que dedicarán íntegramente al huerto. La escuela de Olba ya se presentó a esta convocatoria hace cuatro años. Entonces quedó entre los diez finalistas.

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