Así será la cesta más emotiva del restaurante Mariano de Calamocha

A sus 63 años, y a las puertas de su jubilación, los dos socios del restaurante calamochino, Mariano y Manolo, entregarán este año su última cesta. La nueva gerencia mantendrá esta tradición navideña cargada de novedades para los próximos años.

No hay relevo generacional para el conocido restaurante Mariano de Calamocha, pero sus dos socios, a punto de jubilarse, se han preocupado de encontrar fuera a alguien que mantenga la esencia del “matadero” y su famosa cesta navideña. “Queremos que siga con las mismas lechecillas y los mismos huevos fritos con tajadas”, afirma el tándem de hosteleros, que junto a Mari, la cocinera, llevan décadas al frente del negocio.

Preparar la cesta no ha sido un trabajo fácil para ambos; y mucho menos convertirla en todo un símbolo de la localidad y su comarca. “Gastarse medio millón de euros en compras requiere un esfuerzo enorme de gestión para que esté todo bien a nivel legal. Son muchos proveedores, tienen que ser premios llamativos, que haya estrategia de producto y que vengan todos a Calamocha a montarla”, reconoce la nueva gerencia.

Al coger el matadero, hace 41 años, Mariano y Mari empezaron con la típica cesta de embutidos. A partir de ahí se animaron y a los años pusieron ya una moto. Luego un “cochecico” pequeño, y a lo que se dieron cuenta estaban haciendo cestas de miles de euros. “Calamocha mucha gente la conoce por su cesta, la cesta que ha hecho historia. Ahora se acerca muchísima gente que viene de lejos, y en Facebook preguntan personas de Almería, de  Zaragoza, de Valencia, de Madrid, de Barcelona… ¡De todos sitios!”, señalan desde el restaurante, que luce lleno de noticias y carteles que dan cuenta de esta hazaña en sus paredes.

Al jubilarse, Mariano Sanz y Manolo Hernández han intentado encontrar a alguien que mantuviera realmente esa esencia, pues para ellos el restaurante no ha sido solo un negocio. “Lo que impresiona de esta historia es lo que han llegado a crear. Dos socios que han montado no solo una cesta, sino un espectáculo. Ellos han vivido el matadero como mucho más que un puesto de trabajo. Le han echado horas y lo han disfrutado porque les gusta su trabajo”, afirman desde la nueva gerencia, que asegura que la cesta  va a seguir siendo “de Mariano y Manolo”, aunque introducen novedades que van a ser un reclamo.

Un espectáculo circense y nuevos premios

Los nuevos responsables del restaurante Mariano trabajan ya en la cesta de este año, en la que se han dejado asesorar por ambos socios ya veteranos, que con pena tenían que quitar cuatro mesas para poder montarlo. “Ahora –adelantan- se va a habilitar un comedor nuevo para no perder espacio e intentar albergar a toda la gente que viene a comer y almorzar al mismo tiempo”.

Al que viene prometen también un espectáculo circense, un montaje con temática de circo para el puente de Todos los Santos, cuando se suelen entrar al bar todos los premios de esta gran cesta. “Al que le toca, le sube la grúa un coche arriba al tejado; y eso que estamos en Calamocha, un pueblecito de Teruel, pero es que si no, no entra el premio”, bromean.

El importe de la famosa cesta es mayor que el del Gordo. Este año estará valorada de nuevo en 500.000 euros, y no será el último. “La cesta va a seguir y se trabaja en novedades. Hay peticiones de la gente que se van a cumplir”, adelantan fuentes cercanas a la nueva gerencia.

Por lo pronto, ya hay cerrados algunos premios, y habrá un BMW i8 Coupé (el nuevo deportivo híbrido enchufable), una Harley Davidson Trike Freewheeler, un gran viaje de la Costa Oeste a Indonesia y un apartamento en la montaña. “Es una cesta de caprichos y va a tener temática circense en el montaje. Va a ser un espectáculo único en el mundo”, comentan.

Para no tener problemas y disfrutar del premio, los organizadores de la misma aconsejan tener prudencia. “Cuando uno es el ganador de la cesta, lo primero que se hace es informarle de las obligaciones legales que tiene con Hacienda. Hay cuatro lingotes de un kilo y un lingote de 250 gramos. Con el oro se puede asumir perfectamente el impuesto que toca liquidar porque siempre tiene un valor estable en el mercado. El problema que hubo un año surgió porque la persona no declaró que le había tocado la cesta. Se retrasó en el pago, y en ese momento Hacienda viene ya con un recargo”, informan desde el establecimiento.

La suerte en estos años ha estado siempre muy repartida entre Zaragoza y Valencia. Ha habido abuelas del pueblo que les regalan papeletas a sus nietos, que viven fuera; camioneros que reciben encargos de conocidos, zaragozanos, turolenses y amigos. “A un chico que le tocó un año le había comprado las papeletas su abuela, que era de aquí. Otro año tocó en Calanda, el pasado en Zaragoza… La gente normalmente viene y se queda un día para hacer la entrega de la cesta. Suelen aparecer a las pocas horas del sorteo. Luego vienen a la entrega y siempre hacen un brindis con Mariano y Manolo”, comentan.

Para ellos, entregar el premio de año en año es una alegría que no alcanzan a describir con palabras. “Ha sido toda la vida. 120 cestas y han tocado todas. Una maravilla… Casi al momento de tocar el gordo, a los 5 o 20 minutos –lo máximo ha sido un día- llaman por teléfono. Son números que la gente mira con mucha ilusión, y nos lo han agradecido todos. Vamos a echar en falta las tontadas que nos hacen”, confiesa Mariano, quien aconseja al ganador de este año que no malvenda el coche, pues en la vida –añade– se aspira a tener un buen coche, una buena casa y una buena mujer. “¡No me la lieis, oye!”, se despide entre risas.

Mariano y Manolo se jubilan, pero mantinen viva la cesta de Calamocha


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