Una granizada rompe las lunas a un centenar de coches y agujerea tejados en Rubielos de Mora

El pedrisco, que cayó durante 15 minutos, alcanzó un tamaño similar a pelotas de tenis. El Ayuntamiento celebrará hoy un pleno municipal extraordinario para evaluar la situación y pedir ayudas.

Manuel Baselga –a la derecha– inspecciona su nave tras la tormenta que acribilló el tejado. a. g./bykofoto
Manuel Baselga –a la derecha– inspecciona su nave tras la tormenta que acribilló el tejado. a. g./bykofoto
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Una fuerte granizada con bolas de pedrisco del tamaño de pelotas de tenis provocó en la tarde de ayer graves destrozos en Rubielos de Mora. El granizo, que alcanzó hasta 7 centímetros de diámetro, rompió las lunas y abolló las carrocerías de un centenar de coches, todos los que estaban aparcados en las calles. Las bolas de hielo rompieron cientos de tejas y llenaron las cubiertas de goteras, arrancaron ramas y hojas del arbolado y arrasaron las cosechas.

Los daños, todavía sin evaluar, serán en cualquier caso "cuantiosos", como adelantó el alcalde, Ángel Gracia, porque "todo el pueblo está afectado". La granizada se desató en torno a las 17.30 y, aunque solo duró 15 minutos, se hizo muy larga para los vecinos de Rubielos, que presenciaron impotentes como esferas de hielo más grandes que un huevo de gallina reventaban coches y tejados. En un cuarto de hora, cayeron 20 litros de agua por metro cuadrado, la mayor parte de ellos en forma de granizo.

Una fuerte granizada sacudió este julio la plaza de Rubielos de Mora.

Un vecino, Manuel Baselga, estaba echando la siesta cuando le despertó el ruido del pedrisco, "que pegaba fuerte" contra el tejado. Cuando llegó al almacén que tiene a pocos pasos de su casa para ver los efectos del granizo, vio la cubierta acribillada por los impactos recibidos. "Tendré que cambiar el tejado entero", se lamentaba tras comprobar que "se ve el cielo" a través de la cubierta convertida en un colador

Los coches aparcados a la intemperie se llevaron la peor parte. Momentos después de la tormenta, las calles registraban un continuo ir y venir de grúas retirando vehículos con los cristales reventadas o agrietados y los capós abombados. La empresa Grúas Cercós utilizó a pleno rendimiento sus cuatro grúas y, en apenas tres horas, almacenó en una nave 40 coches dañados.

Un vecino explicó que sus dos turismos se quedaron sin lunas y con la chapa salpicada de abolladuras. Intentó salir a la calle para echarles unas mantas por encima pero no pudo porque la virulencia del pedrisco y su gran tamaño "daban miedo". Su vivienda se llenó, además, de goteras. "Caía agua por todos lados, aquello parecía el diluvio", recordó.

Una vecina explicó que, aunque la tormenta solo duró 15 minutos, se le hicieron "eternos", ante el temor de que el pedrisco reventará la claraboya que cubre la escalera de su vivienda. El pedrisco también rompió cristales de ventanas, arrancó fragmentos de los aleros y dejó picadas las persianas más expuestas. La cubierta de la piscina climatizada del Hotel de Montaña quedo hecha añicos tras la tormenta.

Ángel Gracia señaló que también hay infraestructuras municipales dañadas, como redes de servicio, edificios públicos y el cementerio. El Ayuntamiento celebrará hoy un pleno extraordinario para analizar la situación y estudiar la posible creación de una oficina de damnificados y pedir la declaración de zona catastrófica. Gracia contactó ayer con el presidente de la Diputación Provincial, Ramón Millán; el consejero de Presidencia, Vicente Guillén; y el subdelegado del Gobierno, José María Valero, en busca de ayuda para reparar los destrozos y apoyar a los perjudicados por la tormenta.

Daños en Castellote

Las tormentas también afectaron a varios puntos del Bajo Aragón histórico. Una línea de turbonada –chubasco acompañado de truenos– atravesó el territorio después del medio y día y dejó hasta 30 litros por metro cuadrado en varios puntos del Bajo Aragón, Matarraña y Maestrazgo.

Castellote fue una de las localidades donde el agua cayó con más fuerza. La tormenta, como ya ocurriera hace una semana, estuvo acompañada de granizo. "Ha caído mucha agua y bastante granizo, las piedras eran como huevos de paloma", destacó Antonio López, teniente alcalde de la localidad. A pesar de que la granizada no causó daños en viviendas y vehículos, sí que afectó en mayor o menor medida a algunas tierras de cultivo. Los campos de almendros y olivos acabaron con mucho fruto en el suelo, mientras que en algunas de las huertas la piedra dañó las cosechas.

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