Una muestra fotográfica recuerda la vida que se tragó el pantano de Santolea

La exposición estará disponible hasta el 24 de junio en la Biblioteca de Alcañiz.

El embalse de Santolea
Santolea
ANTONIO GARCÍA

La torre mudéjar de Santolea fue dinamitada en los años setenta, y con ella prácticamente "borraron del mapa" lo poco que quedaba de este municipio de Teruel cuya historia recuerdan ahora en una exposición fotográfica en Alcañiz (Teruel).

La Biblioteca de la localidad acoge hasta el 24 de junio la exposición 'Una mirada a Santolea', estrenada en el último encuentro de habitantes y descendientes del pueblo que organiza la Asociación Cultural Santolea Viva en Castellote y que ilustra el éxodo rural.

La muestra se abre ahora en Alcañiz porque "hay mucha gente que vive en esta localidad que nació en Santolea" explica la presidenta de la asociación, Laura Berné.

Su madre se fue con 13 años del municipio pero siempre ha visto las reuniones en su casa con su abuelo de otros vecinos de Santolea, los promotores de la asociación: José Aguilar, Miguel Perdiguer y Enrique Royo, este último ya fallecido.

"Siempre hablaban del pueblo" recuerda Laura, y a preservar su memoria han dedicado parte de su tiempo: Aguilar dedicando su jubilación a rebuscar en los archivos y Perdiguer recuperando el material gráfico. Buena parte de las fotografías de la muestra en las que se retrata la vida en el pueblo son suyas, explica la presidenta.

Entre las más antiguas figuran las que hizo con una cámara pequeña que todavía conserva y por la que pagó doce pesetas con noventa céntimos, una cantidad que le costó mucho reunir en su época de estudiante de Bachiller.

Berné destaca de Perdiguer sus vívidos recuerdos, a pesar de que el próximo mes de agosto cumplirá cien años.

El Área de Cultura y Patrimonio de la Comarca del Maestrazgo colabora con la exposición organizada por la Asociación Cultural Santolea Viva, que nació en 2009 para poner en contacto a aquellos que tuvieron que emigrar.

Cada mes de abril reúnen a casi 200 personas en torno al embalse, llegadas desde Zaragoza, Barcelona o Francia, a donde emigraron hace décadas. "La primera vez que hicimos el encuentro hubo personas que se vieron después de décadas" señala Berné.

El pantano, recuerda la presidenta, se construyó en los años treinta e inundó las tierras de cultivo de las que vivían los vecinos, lo que les obligó a emigrar, primero tras la construcción y después con el recrecimiento.

"El pueblo no se inundó, pero la gente se tuvo que ir porque desaparecía su modo de vida" explica la responsable de la asociación, quien denuncia que las casas se derribaron años después, "para evitar el expolio y para que nadie pensara en volver".

Solo quedaron en pie tres casas que la Confederación Hidrográfica del Ebro cedió a unos pastores a los que arrendó unas tierras, explica Berné, y en los años setenta "borraron del mapa al pueblo dinamitando la torre mudéjar".

Cree que algo así sería "impensable" hoy en día, pero entonces "la gente no podía protestar", y apunta que, entre quienes tuvieron que irse, es inevitable la sensación de que fue algo injusto y evitable.

Ya no es posible ninguna reposición pero la asociación quiere que las administraciones, tanto la Confederación como el Ayuntamiento de Castellote, colaboren para llevar a cabo algunas actuaciones en la zona.

Así, los descendientes del pueblo reclaman "que el cementerio se mantenga dignamente", puesto que hay vecinos que tienen ahí enterrados a sus padres.

Y piden también que en torno a lo que fue el calvario "que expoliaron piedra a piedra", se habilite una zona como área de recreo para la gente que va a ver el embalse, con paneles interpretativos con la historia del embalse y sus gentes.

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