Dinópolis recurre a la ciencia y el arte para crear su colección de réplicas de dinosaurios

El nuevo espacio Tierra Magna se nutre de la producción del taller de restauración del parque paleontológico.

Alberto Cobos y Daniel Ayala posan con la reconstrucción de un torvosaurus, la última creación.
Alberto Cobos y Daniel Ayala posan con la reconstrucción de un torvosaurus, la última creación.
Escudero

El taller de la Fundación Dinópolis se ha convertido en tres años en un elemento clave para nutrir al parque turolense de las reproducciones a escala real de dinosaurios que forman parte de Tierra Magna, un espacio singular creado en su zona exterior. Su producción contempla, incluso, réplicas para otras instituciones. Cinco expertos en restauración y bellas artes –paleoartistas como prefieren denominarse– son los encargados de poner cara y cuerpo a animales del Jurásico y Cretácico de los que tan solo se cuentan como referentes huesos fósiles, dientes y en ocasiones, una simple huella.

Los científicos de la Fundación aportan sus conocimientos, suministran los restos fosilizados obtenidos en las excavaciones, así como los datos de sus investigaciones; y los restauradores, su técnica para esculpir dinosaurios con gran realismo que solo estaban plasmados en papel. "Es el más claro ejemplo del concepto investigación, desarrollo e innovación", señalaba el paleontólogo Alberto Cobos.

En Tierra Magna, el recinto creado en 2015 que cada vez cobra una mayor relevancia dentro del parque paleontológico turolense, se muestra la producción del taller, un conjunto de 8 figuras que transportan al visitante a una época remota en la que los dinosaurios eran los dueños del Planeta. Cobos aclara que este paseo, donde se aúna la ciencia y el arte, es una muestra representativa tanto de los dinosaurios definidos en Teruel –diez hasta ahora–, como de aquellos de los que se han encontrado abundantes fósiles. El rey es sin duda el Turiasauros Riodevensis, el dinosaurio excavado en 2003 en Riodeva que se ha convertido en el emblema de Dinópolis, porque, entre otras cosas, "sigue siendo el de mayor tamaño de Europa", recalca el paleontólogo.

Una figura corpórea (con la representación de la piel) de este ejemplar ocupó el primer puesto en este universo particular de la fauna cretácica y jurásica. Pero de él también se muestra una réplica en bronce de una de las extremidades delanteras, así como la reconstrucción de su esqueleto completo, una de las piezas inauguradas hace un mes.

La técnica en la fabricación de estas piezas ha avanzado a pasos agigantados en tan solo tres años. Desde la primera figura del Turiasaurus, que fue diseñada por una empresa externa, hasta el Torvosaurus –la última y espectacular creación concebida en posición de ataque– parece haber pasado un siglo. No solo han cambiado los materiales, con unos primeros productos rígidos y en los que se ha detectado un cambio de comportamiento a consecuencia de los drásticos cambios de temperatura registrados en Teruel; y los más recientes, de mayor flexibilidad. También ha variado la metodología de trabajo. "Ahora utilizamos técnicas de modelado, lo que permite mayor creatividad, pero también reconstrucciones con mayor realismo", indicaba el restaurador Daniel Ayala. "Hemos buscado hacerlas creíbles", añadió.

Los paleoartistas esculpen en los bloques de polietileno sus piezas, unas obras de arte paleontológicas que conforman un espacio ya destacado como la gran revelación de Dinópolis.

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