¿Por qué Teruel es territorio abonado para los tornados?

La orografía y la convergencia de vientos de características distintas son determinantes.

Mosqueruela registró un tornado el pasado verano a apenas 1 kilómetro de su casco urbano
Mosqueruela registró un tornado el pasado verano a apenas 1 kilómetro de su casco urbano
Aemet

Los telefilmes de baja estofa han generalizado la idea de que los tornados son un asunto exclusivo de los yankis. Que sólo las grandes llanuras del eje central de los Estados Unidos de América son azotadas por las virulentas columnas de viento huracanado. Y aunque sí es la zona del mundo con más prevalencia, no es menos cierto que en el resto del globo terráqueo hay muchas otras áreas en las que este fenómeno resulta frecuente.


Es el caso de la provincia de Teruel. Un reciente estudio de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha trazado un mapa de tornados en España entre los años 2003 y 2012 en el que se percibe que el sureste turolense es el principal eje ciclónico dentro de Aragón. El territorio ostenta ciertos aspectos característicos que lo hacen posible.


Lo explica el delegado en Aragón de Aemet, Rafael Requena: "En este caso hay dos factores clave. Por un lado está la orografía, determinante a la hora de que se generen estos fenómenos, y por otro nos encontramos con una convergencia de vientos con peculiaridades diferentes. Estas dos circunstancias convierten a Teruel en una de las zonas más propicias en España, aunque lo más preciso sería extender esta etiqueta a todo el cuadrante noreste peninsular".


Requena abunda en la idea: "En Teruel se encuentran flujos húmedos de viento mediterráneo con otros más secos de componente noroeste, los del valle del Ebro. A esto se une que las elevaciones de terreno favorecen los ascensos de las tormentas y en la provincia se da este caso al haber alturas de en torno a 1.000 metros".


La fisionomía del territorio facilita la aparición de supercélulas. Éstas, indica el delegado aragonés de Aemet, "son un tipo de tormenta que tienen una cierta rotación, con vórtices, y en la que es más sencillo que se creen tornados".



Fuente: Aemet


Es difícil precisar cuántos fenómenos huracanados se registran al año en una zona concreta. Primero, porque no siempre se registran: hace falta una prueba física o gráfica para poder determinarlo, ya que hay tormentas con rachas de viento que superan los 120 kilómetros por hora. De hecho, la delegación aragonesa de la Aemet trata en estos momentos de dilucidar un posible caso en Plaza. "Lo cierto es que muchos pasan desapercibidos", lamenta Requena.

Valdealgorfa: un EF3 en 2003

Al hablar de tornados en Teruel resulta inevitable recordar el que dejó su impronta (y de qué manera) en Valdealgorfa el 23 de julio de 2003. Aquel ciclón, que superó los 200 kilómetros por hora, derribó una extensión de siete kilómetros de pinos de gran talla y causó daños en diez kilómetros a la redonda, afectando a otras localidades del entorno.


El fenómeno fue calificado de nivel EF3 en la escala Enhanced Fujita, la que se emplea a nivel internacional, e hizo volar, literalmente un remolque de cerca de 900 kilos. Además, causó estragos en las extensiones agrarias e hizo caer varias casetas de campo y provocó numerosos destrozos en el polígono industrial Las Horcas.

El último importante, en Mosqueruela

De este año, Rafael Requena destaca un tornado registrado en Ojos Negros. Además, el curso pasado los turolenses se enfrentaron a otro de carácter importante en Mosqueruela, a un kilómetro de distancia del núcleo urbano. Según los datos de la Aemet, se generó a las 17.35 del 23 de julio y fue consecuencia de "la baja presión registrada en la base del cumulonimbus". Arrancó árboles de cuajo y tiró tapias y viveros.


El acta municipal de Mosqueruela del 4 de agosto de 1748 recoge otro posible EF3, que ocurrió el 11 de julio de ese mismo año. Provocó "grandes destrozos en campos de olivos, almendros y demás árboles, así como en el molino, de donde se llevó 6.000 tejas", según publica Antonio Conesa, anterior delegado de Aemet en Aragón, en un estudio, donde asimismo se cita el EF3 que hizo desaparecer sin dejar rastro alguno hasta 3.000 alpacas de paja en Ojos Negros.


El pasado año, también en julio -quizá el mes más propicio-, hubo un suceso menor en la capital de la provincia y una tolvanera (un remolino de polvo) en Alfambra. Fue más espectacular que dañino.



La llamativa tolvanera que se paseó por los alrededores de Alfambra. Fuente: Aemet


El detonante de esta última fue una tormenta seca que avanzaba lentamente hacia el noreste en la que la falta de humedad y el suelo recalentado hizo que se generase una especie de remolino muy llamativo.

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